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Que sí; que lo sabemos. Que esta crisis tiene mucho que ver con Alfredo Pérez. Es el jefe y necesariamente responsable del desastre, aunque ... solo sea -y no lo es solo por eso- por responsabilidad encadenada. Que sí; que el primer proyecto de José María Amorrortu, que estaba literalmente jubilado este verano, ha nacido muerto. Que sí; que ha sido llegar el nuevo entrenador y perder los dos partidos en los que ha estado.
Lo tenemos claro. Todo. Pero otra cosa también está clara, diáfana; cristalina: ni Pérez, ni Amorrortu ni Solabarrieta salen a jugar al campo. Como tampoco salía Rozada. Salen entre once y 16 futbolistas que algo tienen que ver en el naufragio. Quizá esa alarmante falta de rendimiento se explique porque no tengan un ascendente claro. Humillar al entrenador durante dos semanas sin ofrecerle un contrato cuando ya se le había dado el sí, negarle hasta tener un segundo y hacerle comenzar la temporada ya quemado no ayudó a que se ganara el respeto del vestuario. Tampoco lo ha hecho traer como recambio a un técnico sin currículum acreditado para la tarea. Además de lanzar, de paso, dos mensajes bastante perniciosos: el nepotismo como criterio y la evidencia de que eso de que se iba a mirar a la cantera ha durado tres meses; lo que se tardó en perder partidos y en colocar a un amiguete.
Ha llegado un momento en el que quizá tampoco esté de más exigir a los futbolistas que hagan su trabajo. Y, a ser posible, que lo hagan bien. Que ganen partidos. Que no dejen caer que la presión les atenaza, porque suena a insulto. Presión es lo que sienten el personal sanitario, la hostelería, la policía. Presión tienen una cajera de supermercado, una médico o un bombero. Un parado que no llega a fin de mes. Pero no unos futbolitas de élite para su categoría, muy bien pagados para su rendimiento y que además han jugado casi siempre sin público, no fuera que alguien les afeara algo.
Que imiten en lo que puedan el extraordinario trabajo de Amorebieta y Laredo, por citar dos ejemplos. Del ridículo de Zubieta, donde por no hacer no se hicieron ni faltas para demostrar al menos un poco de coraje, no se puede responsabilizar solo a Solabarrieta. Ni siquiera es el principal culpable. Tampoco Alfredo Pérez jugó ese día. A Zubieta salieron once futbolistas que en media hora perdían por 3-0. Si el Racing está en puestos de fase de descenso, tal vez sus jugadores tengan la culpa. O tal vez les vaya grande la categoría. Si no es así, hagan su trabajo, caballeros.
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