El haiga ya no tiene quien le quiera
La tierra dormida ·
Se intuye que llegael final del coche oficial, hoy más repudiado queun taurinoSecciones
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La tierra dormida ·
Se intuye que llegael final del coche oficial, hoy más repudiado queun taurinoAnda por ahí mendigando cariño y le quieren tan mal que hasta le orillan sobre las rayas de carga y descarga, desamparado en la noche, ingratamente repudiado, injustamente desdeñando, ¡él, que tantos momentos de gloria dio a sus amos!
Debe ser verdad que, al final, ... siempre hay un algo que humilla, que te hace sentir que si crees que el mundo te debe algo, debes prepararte para una vida llena de horas amargas. Siendo prosaica: se intuye que llega el desarraigo, el omega del haiga oficial de Torrelavega, de su poder otrora visible y ahora tan repudiado como un taurino. Los coches de los alcaldes, en general de los prebostes, les ayudan a exhibirse públicamente, trazando su perfil y explicando sus conveniencias.
El último alcaldón de la dictadura, Jesús Collado (1957), condujo el primer Dodge Dart –de color verde botella, última gama, con ¡nada menos que cuatro velocidades!– que se pagó de su bolsillo y que los más sesgados le llamaban el Arca de Noé, porque decían –no sin malicia– que había surgido de las aguas.
El primer alcalde democrático, Manuel Teira (1978), recibió la orden de su partido –PSOE– de no usar el coche oficial, un viejo Peugeot 404, color preboste –azul marino–, que tuvo que dejar, muy a su pesar, en la cochera como imagen del cambio. Manuel Rotella (1983) pasó de santanderinas consignas y condujo un espectacular BMW comprado a sus expensas, que para eso era millonario. José Gutiérrez Portilla (1984) fue el primer alcalde en utilizar el coche oficial, un Ford de alta gama, poniendo a un policía local como conductor –eufemismo del chófer de toda la vida– pero marcando distancias al no ocupar nunca el empoderado asiento de atrás, diván. Por el contrario, fue en el que siempre se retrepaba Blanca Rosa Gómez Morante (1994), que mandó renovar la flotilla y comprar un vistoso Peugeot 607, contratando su propio conductor –a expensas del peculio público–, un hombre fiel que le acompañaba hasta cuando iba de compras. El coche fue 'heredado' por Javier López Marcano (1999), poniendo en manos de otro contratado el volante. Fue Ildefonso Calderón (2011) quien decidió prescindir del automóvil oficial que fue sustituido por un pequeño coche eléctrico –con publicidad en la puerta– que conducían los propios concejales y que también fue usado por Lidia Ruiz Salmón (2014). Recuperó el haiga Cruz Viadero, a veces manejado por su jefe de gabinete. Queda por saber el futuro del ya vetusto coche oficial, ahora en usufructo de Javier López Estrada. Según Sandra Mir y Gabriel Cruz, en su libro 'La Casta autonómica', entre los 8.400 ayuntamientos españoles, 19 autonomías y el Estado, hay en España 40.000 vehículos oficiales, dicen que 22 veces más que en Estados Unidos. ¿Se imagina que sea cierto?
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