La hazaña estéril

El título elegido por Teresa Cobo para su singular estudio sobre el túnel de La Engaña es un 'editorial'. Porque una hazaña estéril es un sinsentido. La hazaña, toda hazaña, supone un esfuerzo enorme, un sacrificio que sirve a un fin determinado. En referido caso, ... la esterilidad de la hazaña revela la existencia de un fracaso. Estéril, en efecto y a todo efecto, fue la hazaña que cuenta con elegante prosa y gran pasión por el rigor, la documentación y el detalle, precitada autora, periodista de raza y subdirectora de 'El Diario Montañés'. ¡Cuánto esfuerzo en vano! ¡Cuánta muerte, luto, llanto, viudez y orfandad para nada! Horadar una montaña con los medios actuales es broma comparado con lo que supuso horadarla en 1942, con el país recuperándose de una guerra incivil y en plena guerra mundial. ¿Cuántas víctimas se cobró el túnel de La Engaña? Mejor no poner por escrito la cifra que arruga el corazón, encoge el alma y contrita el ánimo. Desde que el obstáculo rocoso se venciera y quedaran expeditas las dos bocas, la cántabra al norte y la burgalesa al sur, Vega de Pas y Pedrosa de Valdeporres, para la correspondencia, ahí está el túnel (el más largo en su momento) viendo pasar el tiempo. Hecha la luz con sangre, sudor y lágrimas, en la linterna de 6,976 kms. los sucesivos gobiernos que nos desgobiernan han sido incapaces de encontrar una salida digna a lo realizado con mano represaliada y conmutación de penas por el trabajo (poca paga y mucha silicosis). Viajar en tren de Santander a Burgos, o a la inversa, sigue siendo un sueño imposible. O atravesar el túnel en coche. O en bici. O en patinete. Y, en su actual estado de abandono, gran osadía es recorrerlo a pie sin equipamiento. Así las cosas, mientras el abrazo interprovincial no fructifique por la Engaña, revoloteará la exclamación: ¡Y todo... para qué!