Hernán Cortés, el soldado que inventó México

Quinientos años después, Hernán Cortés está de moda por la serie que se emitirá en Netflix con Javier Bardem en el papel del capitán extremeño y la dirección de Steven Spielberg. A Bardem, que califica a Cortés como «un animal que destruyó un imperio», le es de aplicación la respuesta de Pérez Reverte al presidente mexicano López Obrador –cuyo abuelo era cántabro de Ampuero– cuando exigió que España se disculpe por la conquista: «Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza». Vasconcelos afirma que Cortés «fue el más humano de los conquistadores», y Carlos Pereyra, escritor nacido en Coahuila, se enfrentó a la corriente antiespañola de los historiadores de habla inglesa y sus interpretaciones falseadas, combatiendo, al tiempo, la leyenda negra que aún persiste a pesar de que las investigaciones desmontan el genocidio.

Ramón Tamames asegura que el veredicto de los historiadores «es ampliamente mayoritario a favor de don Hernán», y destaca el hecho de que «muchos hispanistas han valorado a Cortés muy por encima de como hoy se le trata en España». Porque es ese el problema, el absurdo complejo de culpabilidad –compartido por los gobiernos de derechas y de izquierdas, ignorantes y pusilánimes– que nos impide conmemorar las mayores gestas de una historia rica y única. Cortés fue un guerrero, estadista y hábil negociador y estratega, pero los españoles, menos de un millar, nunca hubieran podido derrotar al poderoso imperio azteca por sí mismos. Cortés aplicó la táctica de divide y vencerás, aliándose con los pueblos indígenas sometidos y esclavizados por Moctezuma. Aunque los expertos descarten el exterminio, siempre quedará algún zopenco por aquí.