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La principal herramienta que tenemos a nuestra disposición para controlar esta segunda oleada de coronavirus que está llegando son los test de detección. Estas pruebas se pueden dividir en dos grandes grupos, las que detectan antígenos y las que detectan anticuerpos. La ... diferencia entre ellas es que detectar el antígeno implica la existencia de virus, mientras que la prueba de anticuerpos es indirecta: no encuentra el coronavirus, sino sus efectos.
En el primer grupo estarían las pruebas PCR, los test de antígenos y las pruebas TMA. Todas ellas, cada una a su manera, son capaces de distinguir si hay coronavirus en el organismo o no.
La prueba más conocida, y al mismo tiempo la más eficaz, es la PCR. La muestra se toma mediante un hisopo que se introduce en la nariz o en la boca, y la prueba amplifica el RNA del virus. Tiene una fiabilidad superior al 95%; puede haber falsos negativos si la carga viral es muy baja, pero no arroja falsos positivos. Las desventajas que presenta esta técnica son, principalmente, que precisa material específico y personal entrenado; además es la prueba más lenta, y la más cara. No debería utilizarse como instrumento de detección, salvo en casos muy claros, porque se saturarían los laboratorios.
La prueba TMA es la menos conocida, es una solución de testeo completa y automatizada que incluye todos los reactivos, desde la preparación de la muestra hasta la obtención del resultado. Es muy similar a la PCR en cuanto a la técnica y la fiabilidad, y además es más rápida. La principal desventaja es el dispositivo requerido, poco extendido aún: los equipos Procleix Panther, con capacidad para analizar más de 1.000 muestras diarias por instrumento.
La herramienta principal de cribado de la enfermedad deberían ser los test rápidos de antígenos. Funcionan como un test de embarazo y, a través de una muestra nasal o de saliva, detectan una proteína específica del coronavirus en cuestión de 10-15 minutos. El problema es que la sensibilidad y la especificidad de los primeros test disponibles dejaba mucho que desear. Ahora hay laboratorios que garantizan una sensibilidad del 93,3% y una especificidad del 99,4%. Asequibles y rápidos, deberían de ser la mejor herramienta de detección, si demuestran la eficacia anunciada.
En el segundo grupo, tenemos las pruebas que detectan los anticuerpos en sangre. Son métodos indirectos, que además ahora se cuestionan por la aparente corta duración de los anticuerpos en el organismo. Hay dos tipos: el rápido, mediante una muestra de sangre del dedo; y el analítico, que utiliza la tecnología CLIA o ELISA.
Los test rápidos causaron mucha confusión durante la primera oleada por su baja sensibilidad. El procedimiento es similar al test rápido de antígenos, en este caso utilizando una gota de sangre. En 10 minutos ofrece un resultado positivo o negativo en dos tipos de anticuerpos. Los test analíticos, CLIA o ELISA, tienen mayor sensibilidad y, además de indicar si se es positivo o no en anticuerpos, detallan la cantidad, lo que ayuda a entender en qué fase está la enfermedad. La desventaja estriba en que son más caros que los test rápidos, y el resultado suele hacerse esperar un par de días.
Los test pueden ayudar a controlar la enfermedad, pero las armas importantes siguen siendo las mismas: mascarillas, distancia y mucha paciencia.
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