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Hiato en la historia electoral cántabra, con grandes novedades. Histórica llegada regionalista al Congreso. Por primera vez en 23 años, el PSOE gana y el PP es segundo. Ciudadanos se salva del vuelco y Vox se estrella con viento a favor. Podemos paga la factura ... de sus desvaríos. Cantabria no ha resuelto su incertidumbre, sin embargo. Un gobierno por la izquierda o por el centro debe cumplir con Bruselas y afrontar el enfriamiento económico. No será fácil para los cántabros pescar en ese río presupuestario. Aparte de las palmaditas de rigor. Hay que esperar. El bajísimo perfil de campaña de los candidatos de Vox les ha perjudicado frente a otros competidores más locuaces. Pero han obtenido bastante como para minar el resultado del PP por doquier. Han hecho el clásico 'perro del hortelano'. Ciudadanos ha aguantado la remontada del PRC, pero ahora que suma mayoría con Sánchez llega a la gran decisión de su vida: para anular a Iglesias y Junqueras a la vez deberá desdecirse. Para el PSOE, alegría y el estrés decisorio: ¿Rivera o Iglesias y los católicos soberanistas? En misa y repicando no se puede.
Hay una lectura clara en que los españoles seguimos resistiendo discursos extremos, al menos lo suficiente. Perder la centralidad tiene más coste que conservarla, aunque esto sea difícil. Ahora sobreviene otra campaña electoral, y no es momento de academicismos, pero después habrá que reflexionar sobre España misma, pues hay que conocer a quien se quiere gobernar.
La papeleta de Sánchez es la misma que antes: pagar peaje nacionalista (ahora con Vox en las Cortes) o cuadrar con Ciudadanos pero sin abordar una solución flexible en Cataluña. Habrá mucho ruido en todo caso, por lo que la crispación podría seguir en aumento, lo que no es buena noticia. Es también posible que el peaje morado asuste en Ferraz, por el impacto fiscal y presupuestario de las exigencias, que se uniría a los crujidos de andamiaje institucional. Los dioses a veces castigan a lis humanos concediéndoles sus deseos, y los socialistas los han cumplido al cumplir los de otros que exigieron, en buena hora, elecciones anticipadas, o las provocaron desde Waterloo.El sistema actual no promueve en sí la presencia influyente de nacionalismos y regionalismos: es la falta de sensibilidad de las fuerzas nacionales la que lo facilita, olvidando que la base de la representación es, precisamente, que el individuo se sienta representado. Por ese hueco se ha colado ahora el regionalismo cántabro, que el electorado ha considerado necesario después de una cierta sequía de realidades. La Cantabria sedienta de inversiones lo ha expresado con una novedad. Un estado autonómico requiere sensibilidad autonómica
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Ana del Castillo
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