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Marisa Velón tiene 78 años. Vive en El Ferrol. Tuvo nueve hijos de los que seis se le murieron. Jesús María, a los 35; María ... Isabel, a los 54; Ramiro, a los 27, José Ambrosio, a los 28; Manuel Enrique, a los 29 y José Antonio, a los 31. Cinco fueron abatidos por un enemigo común: la heroína. A su hija se le llevó un cáncer. A 7.202 kilómetros de esa localidad gallega está la ciudad de Punjab, en la India. Allí vive Mukhtiar Singh. Cuando su hijo Manjit murió a los 28 años de una sobredosis, cargó con su cuerpo y atravesó la ciudad. Ambas mujeres comparten un sentimiento: jamás pensaron que algo así les podría pasar. Coincidieron sus tragedias en los años broncos de las drogadicciones, en los últimos decenios del siglo pasado.
Eran los 80, los del plomo de la droga mortífera que se llevó por delante a la generación de veinteañeros crecidos en la 'movida'. Han pasado casi cuatro décadas y las muertes por consumo de droga y sus efectos ulteriores lejos de ceder siguen sumando, arrasando 330 personas cada año, pero no a adolescentes como entonces, sino a hombres maduros con una edad media de 35 años. El enemigo no se ha replegado y continúa intentando ganar una estremecedora y brutal batalla. Como la Hidra de Lerna, es una despiadada serpiente policéfala que persigue a sus víctimas para atenazarles con nuevos tentáculos. Siempre se está reinventando. Torrelavega fue pionera en encarar al monstruo. Se impulsó una asociación, Amat, que fundaron hace 34 años padres, y especialmente madres, que desconcertados como Marisa y Manjit, no sabían cómo hacer frente a un enemigo silencioso, que, letalmente, se les había colado en sus casas y en sus vidas. El año pasado este grupo tuvo que ayudar a 820 personas pero no ya con los estupefacientes como únicos protagonistas. La hidra había mudado el engaño con un novedoso y falaz tentáculo: la ludopatía. Las casas de apuestas están seduciendo a los adolescentes creando nuevos yonquis; el juego es una nueva heroína. Se están facilitando los medios para que se vaya inoculando en los individuos más vulnerables con el espurio mensaje de que es posible ganar mucho dinero arriesgando muy poco; casi, como si fuera una inocente tómbola de feria. Ya se ha convertido en una adicción tan difícil de superar como las drogas y que deriva en conductas destructivas similares, ha advertido Proyecto Hombre Cantabria.
Con un cinismo descarado desde las administraciones se está alertando sobre este nuevo alucinógeno al tiempo que retrasan el curetaje. Y no solo eso. Se han llegado a conceder licencias en locales pegados a colegios e institutos. Son empresas indiscutiblemente legales pero que como el caballo de Troya, en su interior, agazapado tras las luces de neón, esconden un fatal enemigo que ha pasado de ganar a su costa 253 millones en 2014 a 560 en 2017.
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Ana del Castillo
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