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«Mi principio está en la mar, y yo a la mar no la temo. / Soy de la mar de la aldea, soy de los ... mares del pueblo, / de los mares de mi padre y los mares del abuelo, / de las costas y bahías, de las playas y las islas y de la mar de los sueños. / Soy de nasas y de faros, hermano de cinco océanos, / poseidones y bitácoras, hipocampos y aparejos. / Mi familia son las ninfas, los delfines, las memorias de pequeño. / Yo he conocido galernas y naufragios de pesqueros, / miré de cerca a la parca y vi dolor y vi miedo. / Y volé con cormoranes, gaviotas, chorlitejos, / y nadé junto a doradas y aligotes y abadejos. / Yo nací de un mar de leva, / y nací de un mar de viento con ola de espuma blanca, / amé a mil bellas sirenas, / busqué aventura en los puertos, / supe de cabos, sentinas, grumetes y barloventos. / Desnudadme frente a la mar, si muero, / y seré estrella, seré risco, seré nube, seré luna, seré agua. / Como Hierro».
Entre tanta despedida mediática se ha ido también don Vicente, un maestro de escuela a quien si no le estorbaba la vida, tampoco le inquietaba la muerte, cercano el centenar de años. No ocupó espacio en los periódicos, pero como otros docentes de ayer, influyó decisivamente en el futuro de muchas personas, a las que inculcó valores esenciales, ahora en desuso. Don Vicente seguía con interés la trayectoria de sus exalumnos, a algunos de los cuales pidió una colaboración sobre experiencias personales o familiares, que todos prestamos, para publicar los textos en una revista escolar, aunque circularon después por las redes sociales. Mi contribución fue la de este poemita, que quizá sirva hoy como homenaje y agradecido adiós.
Don Vicente aconsejaba -exigía, más bien- que valoráramos el esfuerzo de nuestros padres en tiempo de penurias, «porque ustedes -don Vicente trataba a todo el mundo de usted- están comiendo la sopa boba». Fue un excelente educador, afable y estricto, muy amigo de la ironía y menos de la broma, que tenía por costumbre cambiar con frecuencia el orden en el aula para sentar en los primeros pupitres a los alumnos con mayor retraso en el curso. Del querido maestro recuerdo, sobre todo, la frase genial: «¿cómo ha hecho usted la tarea, bien o como siempre?». Los redactores de El Diario Montañés la conocen de sobra, puesto que, en clave humorística, se la repetía yo al supervisar una información.
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