El himno nacional entre toros y vacas

Digo que me parece ridícula porque me vino a la mente el bochorno que experimenté hace unos treinta años cuando siendo consejero de Educación y Cultura del Gobierno de nuestra región acepté la invitación del entonces alcalde de Santander, Juan Hormaechea, para asistir a la inauguración, en campaña electoral, del Monumento a la Vaca en el parque del doctor Morales. En el momento de descubrir la estatua del animal comenzó a sonar el himno nacional, en este caso con la banda municipal en pleno, en honor no de un animal tan noble como el toro de lidia, sino de una vaca lechera holandesa. Le dije con sorna al que hacía las veces de maestro de ceremonias, el concejal Jesús Ceballos, que si consideraban que la vaca lechera era el símbolo de nuestra tierra, lo más apropiado hubiera sido hacer sonar el himno de Cantabria y reservar el nacional para el toro de lidia que adorna nuestras carreteras con los anuncios de Osborne.

Cuál ha sido mi sorpresa al comprobar que mi irónico comentario se ha convertido en una profecía este verano al escuchar el himno en las corridas de toros de Santander. El himno es el símbolo de España y solo debe hacerse en espectáculos en los que esté representada la nación, como son las competiciones de una selección nacional. Utilizarlo en otro tipo de espectáculos, bien sean corridas de toros, partidos de fútbol u otro tipo de actividades significa su degradación. Se podrá argüir que las corridas de toros son un espectáculo nacional, pero también lo son los partidos de fútbol de un equipo tan representativo como el Real Madrid, pero me imagino que a nadie se le ocurra iniciarlos con el himno nacional.

Con todo, hay que reconocer que se está difundiendo una corriente de opinión por la que los antitaurinos, y en cierta medida también los antimadridistas, son tachados de antiespañoles. Me recuerda lo que sucedía no hace muchos años, cuando España era oficialmente católica y se consideraba antiespañoles a los que no lo manifestaban.

Hacer sonar el himno nacional supone politizar un espectáculo tan magnífico y español como son las corridas de toros y la mejor manera de ponerlas en peligro es identificarlas con un determinado partido o ideología política. Significa su condena a muerte. Quienes de verdad amamos este espectáculo y queremos defenderlo frente a quienes lo critican o piden su abolición, debemos oponernos a su utilización partidista.

He escrito en otra ocasión que las corridas de toros son el único acto público, en un país tan poco respetuoso de las tradiciones y los protocolos como el nuestro, en que se sigue de una manera estricta el cumplimiento del minucioso reglamento por el que se rigen. Al igual que se protesta sonoramente el retraso en su inicio o cualquier anomalía en su desarrollo, se debería prohibir por el presidente de la corrida la introducción de cualquier elemento contrario al reglamento como es hacer sonar el himno de todos los españoles.