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Una de las mejores definiciones del trabajo periodístico es aquella que reza: «El periodismo es el borrador de la historia». Los informadores cumplen con otra máxima de la profesión: acudir a los lugares donde se producen hechos singulares, ver lo que acontece y contarlo con ... la máxima objetividad. En esa tarea los fotoperiodistas son maestros, porque muestran imágenes tomadas de la realidad. La inminente publicación del libro 'Crónica visual de Cantabria 1902-1922', editado por El Diario Montañés, es un ejemplo excepcional de la contribución de los informadores a la construcción de la historia.
En 174 páginas, de formato idóneo para la fotografía, se presenta lo acontecido en Cantabria en imágenes. Unas estampas en ocasiones dramáticas, en otras nostálgicas, siempre capaces de activar recuerdos o mostrarnos aquello que no pudimos ver porque aún no habíamos nacido. El director de este periódico, Íñigo Noriega, define con exactitud lo que supone esta recopilación de fotografías en el prólogo y empareja las dos grandes vertientes de la imagen: la plasmación de la realidad y la capacidad de crear arte con una cámara.
El viaje a través de las páginas de 'Crónica visual de Cantabria 1902-1922' resulta apasionante. Se pueden ver las imágenes del Santander del siglo XX recién nacido y compararlas con las más de cien años después. En ocasiones apenas se perciben cambios, en otras la transformación en completa, hasta el punto de no reconocer la imagen pretérita.
Las fotos proceden del trabajo realizado por los redactores gráficos de El Diario Montañés, unos periodistas que trabajan con la máquina fotográfica, en lugar del teclado del ordenador. Se completan con las fotos de más de cuarenta fotógrafos y otras aportadas por diferentes archivos públicos y privados.
A lo largo de las páginas del libro recorremos los acontecimientos más importantes. Desde el inicio de los veraneos reales, en el palacio de La Magdalena, al embarque de los jóvenes soldados para luchar en la guerra del norte de África. La vida deportiva, con los primeros pasos del Racing o la introducción del tenis; el desarrollo industrial y agropecuario. El ámbito de la cultura tiene especial presencia en este libro.
El recorrido por la Cantabria que dejó de existir permite, bien caer en la nostalgia, bien comprobar el progreso de una provincia que apuntaba a región. Las imágenes incónicas aparecen en las páginas a modo de recordatorios de la Cantabria que fue y el presente que pronto también se trocará en historia.
Un recorrido pausado por las fotos documenta la evolución -¿declive?- de la región. La construcción del mercado de ganado de Torrelavega, con miles de vacas a la venta cada semana, y ahora aquella inmensa nave apenas reducida a un rincón con unos cientos de animales es la viva imagen del cambio estructural del campo montañés. Las fachadas de las grandes fábricas desde Sniace a los astilleros de Corcho pasando por industrias en pleno casco urbano santanderino como Cirages Francais, La Rosario, gas Lebon, Cervezas la Cruz Blanca, etc. o los cierres de empresas en Los Corrales de Buelna, Reinosa... representan el antes y el después de la metamorfosis de una región industrial y ganadera a otra turística y de servicios.
En justicia no se debe olvidar la complicación y el trabajo que requería, en otras épocas, obtener una fotografía. Ahora, cuando todos podemos llevar en el bolsillo una cámara fotográfica de calidad, que toma instantáneas en color y que no precisan de posterior revelado, es casi imposible valorar la tarea de quienes, hasta más allá de la primera mitad del siglo XX, tenían que llevar siempre colgada una máquina pesada, carretes de película y una vez hechas las tomas regresar a su estudio para, en el laboratorio, revelar la película y hacer positivos.
Las fotos de los tres mosqueteros, Manuel Bustamante, Pablo Hojas y José Luis Arauna documentan aquella época. El recuerdo de ellos está en este libro y cobra especial relevancia la personalidad de Arauna que falleció el pasado miércoles, habiendo superado los noventa años de edad. Otros muchos aportaron su talento y su esfuerzo y están enumerados en esta publicación. Tras ellos, han llegado los grandes fotoperiodistas que firman las imágenes de estas últimas décadas, algunos de los cuales se mantienen en activo.
'Crónica visual de Cantabria 1902-2022' es un libro imprescindible para recuperar en la retina la historia reciente: Desde la guerra civil hasta los crímenes de ETA, sin olvidar las gestas deportivas, los logros culturales y poder apreciar la transformación experimentada por una Cantabria rural e industrial ahora turística y pensionada.
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