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Albert Cortina, abogado y urbanista, figura por derecho propio entre los expertos en transhumanismo. Esta ideología emerge de la globalización y de la actual sociedad biotecnológica pretendiendo liberar al individuo del siglo XXI de su frágil condición humana mediante la hibridación con la inteligencia artificial ... y a través de la modificación genética.
Cortina acaba de publicar el libro '¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial' (Eunsa 2021). Nos ayuda a tomar conciencia de los graves acontecimientos que se están produciendo y acelerando con el llamado 'Gran Reinicio' del mundo. Este 'reset' del sistema conlleva una agenda para la construcción del Nuevo Orden Mundial, centrado en la globalización homogeneizadora. Y se caracteriza por tener un importante déficit democrático y porque su implantación puede causar una grave brecha de desigualdad en la humanidad. La 'nueva normalidad' que se nos impone supone la aceptación progresiva de las tecnologías exponenciales invasivas de mejoramiento humano y la ideología del transhumanismo.
Sin embargo, lo fundamental de este nuevo libro no es inducir al miedo dejando pasivamente hacer a los demás. Propone una serie de claves, desde la convergencia de saberes ciencia y tecnología, filosofía y ética y teología y espiritualidad, que permiten interpretar los signos de los tiempos ofreciendo un mensaje de paz para nuestros corazones. En estos momentos de gran confusión y tribulación, renueva la esperanza en el ser humano y en el futuro de la humanidad. Y es que la esperanza es un mensaje universal.
Tenemos que despertar todos los ciudadanos. El sueño que vivimos -al menos en Occidente- se ha sustentado en una fe ciega en el progreso ilimitado de los avances científicos y tecnológicos, en el poder exclusivo de la razón, así como en una ilusión o espejismo de bienestar basado principalmente en una cosmovisión materialista del ser humano, de la naturaleza y del universo.
Buena parte de la sociedad vive absorbida en el consumo y en sus múltiples y acuciantes problemas cotidianos. No es consciente de lo que se está fraguando de forma discreta y poco democrática. Se están poniendo las bases de un incipiente Nuevo Orden Mundial, basado en una gobernanza global, y dirigido por unas élites financieras y tecnocráticas codiciosas de un poder total sobre la población del mundo entero. Y al parecer, este proceso se ha acelerado con la crisis sanitaria de la pandemia por el covid-19.
Silicon Valley es ahora mismo el centro del poder mundial de esa cibercracia, junto con el poder financiero de Wall Street que lo sostiene: principalmente los megabancos y las gestoras de fondos de inversión. El ciberespacio, no solo son las redes sociales, sino la industria del software y programación, de los algoritmos, la ciencia de datos, la inteligencia artificial, los servicios de hosting y el sector del entretenimiento, ocio y psicología de masas. A esa élite globalista que tiene sueños poshumanos, le gusta el biopoder. No tiene suficiente con la riqueza y el control geopolítico y económico. Quiere ejercer el poder absoluto sobre todos los aspectos de la vida humana. Quiere modificar la naturaleza humana para ser mejores, ampliar sus capacidades físicas y cognitivas, incluso para salir del confinamiento del planeta Tierra. Los gurús más místicos del poshumanismo prometen a sus fervorosos creyentes tecnoentusiastas la inmortalidad cibernética. Ofrecen una nueva 'espiritualidad universal' fundamentada en un gnosticismo biotecnológico que afirma que la evolución del ser humano avanza hacia la desmaterialización y la desconexión de la mente respecto al cuerpo biológico. Es decir, la migración de la mente hacia otro soporte que no sea el cuerpo biológico, incluso a un estado 'angélico' u holográfico.
Dicha cosmovisión resulta muy alejada, en sus fundamentos, de la cosmovisión cristiana que defiende la libertad y la dignidad intrínseca de la persona. El cristianismo no cree en una mera inmortalidad de la mente sino en la inmortalidad del alma y en la resurrección del cuerpo glorificado para la vida eterna.
Nos encontramos, por tanto, ante una importante encrucijada en la que deberemos escoger de forma responsable, utilizando nuestra libertad, entre adoptar la antropología transhumanista que fomenta la desigualdad entre los seres humanos con capacidades físicas y cognitivas ampliadas y una antropología adecuada, propuesta por el humanismo y por la espiritualidad cristiana, que defienden la preservación de la naturaleza humana compuesta por elementos permanentes y universales, el desarrollo humano integral y la dimensión trascendente de todas las personas, que gozan de plena dignidad, precisamente por ser hijos de un Dios que es amor.
Finaliza el autor del libro subrayando que despertar a esa nueva realidad tan compleja y preocupante no debe hacernos perder la paz interior ni la esperanza. ¡Despertad! Es una llamada urgente a la conversión espiritual del corazón. En múltiples capítulos se explica cómo debemos ser conscientes de que en estos tiempos tan confusos y llenos de tribulación, se está produciendo una efusión extraordinaria del Espíritu Santo que ilumina nuestras mentes y nuestros corazones. Es precisamente esa iluminación de las consciencias la que mejora al ser humano, aumenta sus capacidades y potencia su naturaleza plenamente humana. Frente a la proclamación de la superinteligencia artificial como la nueva divinidad del poshumanismo, los cristianos y los hombres y mujeres de buena voluntad tenemos al Espíritu Santo, que mediante sus dones (sabiduría, entendimiento, ciencia...) nos inspira y guía para ser personas nuevas, transformadas por la gracia de Jesucristo.
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