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Una huelga de médicos es siempre una mala noticia para todos, pero sobre todo para los propios profesionales, que continúan desgastándose, y para los pacientes, que son los paganos y quienes sufren las consecuencias asistenciales.
Ahora bien, entiendo perfectamente su hartazgo y apoyo las ... reivindicaciones de los médicos de Atención Primaria que, con la huelga indefinida que han convocado a partir del próximo lunes, están defendiendo lo que es de todos ante la incapacidad del Gobierno: la calidad de la atención sanitaria pública y la seguridad de los pacientes.
Lo que no puedo entender es el desprecio olímpico de la Consejería de Sanidad y del presidente Miguel Ángel Revilla a los profesionales que, en este momento, están sosteniendo nuestra sanidad pública mientras ellos la conducen al pozo.
Porque esta huelga comenzó a larvarse hace años, yo diría que tantos como el Partido Socialista lleva a los mandos de la sanidad pública, y no es más que la consecuencia de la política sanitaria de unos gobernantes que no saben gestionar; que llevan años y años dejando pudrir todos los problemas sin solucionar ninguno y que han conducido a nuestra Atención Primaria a una precariedad sin precedentes.
Da igual lo que pase en la sanidad de Cantabria. Da igual que miles de pacientes se estrellen cada día con las centralitas de los centros de salud, que la población de la Cantabria rural tenga que desplazarse kilómetros porque o no hay médico o el consultorio está cerrado; da igual que la lista de espera quirúrgica alcance los 20.000 personas o que los médicos formados en Cantabria no quieran ejercer aquí porque la presión asistencial, las cargas burocráticas y las condiciones laborales son insoportables. Todo eso da igual. El consejero socialista de Sanidad responde siempre con la inacción más absoluta mientras el presidente de la comunidad sigue como quien oye llover, de comentarista de la situación.
Miguel Ángel Revilla no puede seguir desentendiéndose de la sanidad, apartando los problemas y esquivando sus responsabilidades. Se supone que es el presidente del Gobierno, no de medio Gobierno, y, por lo tanto, debería empezar a ejercer de una vez, intervenir, poner orden y reconducir la caótica situación porque esto no se arregla con excusas ni echándole la culpa al empedrado o al Partido Popular.
Esto se arregla con hechos y si tras 40 años de autonomía el presidente no puede nombrar ni cesar a un consejero que estorba y que no rinde; si no puede intervenir en la principal competencia que tiene asumida la comunidad, ni gobierna ni puede liderar su región.
Si hay algo que ha quedado claro en estos días es que ni él ni su consejero tienen ninguna intención de reconducir la situación de la Atención Primaria, que sería la consecuencia automática de atender las reivindicaciones de los médicos, sino que se mueven por un interés exclusivamente electoral, por la necesidad de evitar un conflicto a las puertas de unas elecciones.
No hay mayor prueba de su falta de voluntad real de negociación que el hecho de que Sanidad se haya reunido con los convocantes solo cuatro veces en un mes y sin una propuesta real y concreta sobre la mesa.
Pero la prueba del algodón está en el presupuesto sanitario para 2023, que ha incendiado el conflicto porque sigue tomando a los profesionales por el pito del sereno y ahondando en el deterioro profesional y asistencial.
Pueden vestir la mona como quieran, pero nunca ha habido más unanimidad en que el presupuesto es un atropello para la sanidad pública de Cantabria que, además, no permite cumplir el acuerdo de salida de la huelga médica de 2019 ni responder a las justas demandas del colectivo médico, pues la partida para personal es menos de gastado en 2021 y en 2022
Es bien sencillo. Para evitar la huelga basta con cumplir lo que se firma. De eso se trata, de hacer cumplir lo firmado en 2019, que es lo mínimo que cabe esperar de un Gobierno serio y de fiar, y no de volver a negociarlo para seguir dando patadas adelante.
El Gobierno no ha entendido nada y por eso cada vez que abre la boca incendia el conflicto.
Yo le auguro un fracaso seguro si no es capaz de entender de una vez que esto no se arregla sin compromiso y garantías de cumplimiento y que la sanidad pública no se puede mantener eternamente a costa del sacrificio de unos profesionales que merecen y reivindican respeto, reconocimiento y progreso profesional y que solo reciben del Gobierno un desprecio. Ese es el primer paso para recuperar de verdad la sanidad de Cantabria.
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