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Tres años después, puedo decir que fui no solo uno de los primeros afiliados del Partido Popular en observar que Pablo Casado no era adecuado como líder, sino también uno de los primeros y de los pocos que se atrevió a decirlo públicamente.
Como algunos ... lectores recordarán, en febrero de 2019 anuncié mi retirada como protesta por la arbitraria imposición por parte de Casado de Ruth Beitia como candidata a la Presidencia de Cantabria, vulnerando la voluntad del partido de que su representante fuera la presidenta María José Sáenz de Buruaga. Ruth ha sido la mejor atleta española de todos los tiempos y su carrera no será superada en muchas décadas, si es que alguien llega a superarla. Y tiene grandes valores y conocimientos, pero para la tarea específica de un número uno de Gobierno regional no estaba en óptimas condiciones, como tampoco lo hubiera estado yo mismo a pesar de mi experiencia de alcalde en Torrelavega. Entonces me preguntaba, respecto de Casado: ¿qué puede pasar por la cabeza de este hombre, para tomar una decisión que agravia a los cántabros, nos deja en evidencia y compromete así a una heroína del deporte? La propia candidata, afortunadamente, se percató de que ceder a la tentación de Génova había sido un error y dio un paso atrás.
Pero el problema real era Casado. Me invadió, además de indignación por su falta de respeto a Cantabria, un total descreimiento sobre la probabilidad e incluso la conveniencia de que fuera la persona apropiada para dirigir España. Si entras como elefante en cacharrería en una comunidad de medio millón de ciudadanos, ¿cómo dejar en tus manos un país de 47 millones?
Así que me fui del primer plano y no me arrepiento de ello. La estrategia de Casado nos llevó en primavera a los peores resultados electorales de todos los tiempos en elecciones nacionales, autonómicas y municipales. El regalo a Revilla, Rivera y Abascal fue incomprensible.
Hoy, tres años después, se demuestra que Ildefonso Calderón estaba en lo cierto y que los que aplaudían a Casado no llevaban al PP por el camino correcto. Toda España ve lo que se ha querido hacer a Isabel Díaz Ayuso, a la que esperan aún de manera injusta y cruel largos meses de presión mediática y judicial, tras haberse puesto en duda su limpieza por el propio Casado en la COPE ante millones de oyentes. Yo tengo la conciencia tranquila, porque apoyé a Soraya Sáenz de Santamaría en el proceso congresual donde una mayoría de mis compañeros (un 57% contra un 43%) eligió a la persona equivocada. Hubo que aceptarlo deportivamente, pero las consecuencias ya se han ido viendo.
Es una lástima que el partido no haya sabido hasta ahora frenar a este grupo que nos ha deteriorado tanto, ojalá que no irreversiblemente. En medicina, cuando se deja avanzar la enfermedad, al final las intervenciones son más traumáticas de lo necesario y a veces ni siquiera logran la curación total. Que el error del número tres del partido al votar la reforma laboral haya salvado al Gobierno de PSOE y Podemos es una de las páginas más surrealistas de la historia de España. Que se haya despreciado un acuerdo entre sindicatos y empresarios no lo ha entendido nadie. Que se haya menospreciado a los votantes castellanos de Vox, al día siguiente de expresar democráticamente su voluntad, es la peor manera de intentar atraérselos a una opción más centrada y razonable. Es decir, costaba mucho ya reconocerse en la deriva de Génova a todos los niveles. Todo ello me ha venido reafirmando en mi juicio original: elegir a Casado fue un error; permitirle actuar sin freno, un error todavía mayor.
Hoy, aquella convicción mía es la de toda España, toda Cantabria y casi todo el PP. Espero que haya capacidad para ilusionar de nuevo al electorado y cosechar buenos resultados en 2023, que será lo mejor para la ciudadanía. Se necesitan políticas de unidad y de reconocimiento de la valía y el esfuerzo de la gente, sin sectarismos.
Y un comentario para terminar. El quinielista señor Revilla dijo hace pocos días que Ayuso no podía ganar el pulso con Casado de ninguna manera. Con eso el actual presidente de Cantabria queda retratado. Si estamos perdiendo para Cantabria auténticas millonadas en fondos europeos no es por casualidad: nos dirige una persona que vive de y para el entretenimiento televisivo, cada vez más alejada de la gestión responsable. Esto debería corregirse.
Espero, por ello, que la renovación del PP suponga también a medio plazo la del modo de gobernarse Cantabria y Torrelavega. En lo personal, al señor Casado le deseo lo mejor: es una persona joven y dinámica que seguramente extraerá valiosas lecciones de tan privilegiada experiencia. Si actúa con discreción y tacto, lo bueno que haya hecho acabará destacando sobre lo más discutible de su legado.
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