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Uno. Es conocida la aversión del Islam hacia las imágenes: la religión musulmana no es, ciertamente, un credo de iconografías sino de iconoclasias o iconoclastias. Rechazo o repugnancia que, ciertamente, no es privativa de los secuaces de Alá y su profeta Mahoma [sobre las ' ... novísimas' iconoclastias, la espléndida gacetilla del catedrático de Historia Antigua, Ramón Teja, 'El temor a las estatuas de los nuevos iconoclastas', publicada en El Diario Montañés]. Esta gacetilla no va de iconoclasias/iconoclastias [comoquiera que el DRAE remite, a propósito de las voces iconoclastia/iconoclasia, al término 'iconoclasta', de éste se dice -primera acepción- que designa al «seguidor que en el siglo VIII negaba el culto a las imágenes sagradas, las destruía y perseguía a quienes las veneraban»] añejas, nuevas o novísimas, sino a la concomitancia [«coincidencia deliberada o casual de dos o más factores en la producción de un efecto»: primera acepción del DRAE; y también «relación, afinidad o punto en común» -segunda acepción-] entre la disposición/acción de esos «destructores y perseguidores» de imágenes, sagradas o no, y el entendimiento/ejecución de los cultivadores de la pintura abstracta.
Dos. La destrucción ínsita a la iconoclastia/iconoclasia 'muta' en la pintura abstracta en difuminación figurativa: las manchas del arte abstracto buscan el alejamiento/aniquilación de la figuración, bien que, paradoja mediante, el conjunto conforme una creación figurada, una nueva figuración, no en balde lo creado es, justamente, eso, creación, figuración. La pintura abstracta, así pues, hállase en las antípodas de la iconoclastia/iconoclasia clásica, tradicional. El propósito destructor, aniquilador, da paso al afán creador, fundador.
Tres- «Coincidencia deliberada o causal de dos o más factores en la producción de un efecto»; «relación, afinidad o punto en común». ¿De verdad puede hablarse de concomitancia entre iconoclastia/iconoclasia y pintura abstracta? Una correlación, bien puede advertirse, figurativa, metafórica. Ese punto en común es, justamente, la anotada difuminación, creadora en el primer caso, aniquiladora, destructora en el segundo. Las cosas se conocen por sus contrarios, es latiguillo al uso: el anverso y el reverso, el haz y el envés; aunque, nótese igualmente, anverso y reverso, haz y envés son componentes inescindibles de una misma y única realidad. Carácter inescindible que, ciertamente, no puede predicarse del binomio iconoclastia/iconoclasia-pintura abstracta, mas que no por ello permite dejar de advertir en el par de significantes, y en sus correlativos significados, esa aludida concomitancia. Una concomitancia que, permite identificar, y tal vez, incluso, definir, dos realidades opuestas, signadas, respectivamente, con los dos motores o impulsos de la invención humana, la creación, de un lado, la destrucción, de otro. 'Nihil novum sub sole. Fiat atque vale'.
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