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El PP está dando muestras de cierto nerviosismo a cuatro meses de las elecciones. O al menos eso se desprende del intento de Feijóo y ... Ayuso por cambiar las reglas del juego a pocas semanas de que se lancen los dados. El presidente popular quiere firmar con el PSOE un acuerdo para que gobierne la lista más votada. «Un pacto por la calidad institucional», lo llama. La idea es que los dos grandes partidos se comprometan a librarse mutuamente de aliados indeseados: en el caso del PP, el pacto les permitiría gobernar sin tener que contar con Vox; mientras que los socialistas podrían prescindir de Unidas Podemos y los partidos independentistas. Feijóo lo propone, claro, cuando las encuestas hablan de una victoria del PP con mayoría simple. Y sin acordarse de que, en 2018 y 2019, el PSOE se quedó sin gobernar en Andalucía, Madrid, Castilla y León y Murcia –comunidades en las que ganó– porque el PP pactó gobiernos de coalición con Ciudadanos que, en la mayoría de los casos, contaron con el apoyo externo de Vox.
La perversión de la propuesta de Feijóo se acentúa en los ayuntamientos, donde pretende que el alcalde pueda gobernar sin necesidad de que el pleno municipal le apruebe los asuntos de gestión. Esto es, una reforma con la que los plenos perderían importantes competencias para que el alcalde pudiera gobernar sin necesidad de pactos políticos con otras formaciones. Es decir, Gema Igual podría librarse de Ciudadanos o Vox en Santander y gobernar en minoría sin que se resienta su autonomía para aprobar ciertos asuntos –habría que saber cuáles exactamente–.
La idea de Feijóo nace muerta no solo por la negativa del PSOE a firmar el pacto, sino porque una de las primeras en bajarse del barco ha sido la estrella de moda en el PP. Isabel Díaz Ayuso volvió a interpretar su papel de verso suelto, ninguneó la propuesta de su jefe y aprovechó para lanzar su propia alternativa: elecciones con segunda vuelta para que los votantes elijan entre los dos candidatos más votados en la primera, reduciendo así la influencia de las minorías.
Feijóo no ha consensuado esta oferta con los barones populares, varios de los cuales calculan que solo podrán gobernar tras el 28 de mayo con los votos de Vox. Aquí, en Cantabria, tendría unas consecuencias muy importantes si las encuestas se acaban acercando a la realidad. En caso de victoria del PRC, Revilla no estaría atado de pies y manos, ya que tiene libertad para pactar con PSOE o, incluso, con el propio PP sin temer un bloqueo de la oposición a su investidura. Pero en caso de que Buruaga le remonte en las urnas, los socialistas deberían respetar el resultado y no maniobrar con el PRC para buscar una mayoría absoluta alternativa.
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