Santander, según revela un informe de AirDNA, consultora líder en análisis de datos de apartamentos vacacionales a nivel mundial, cuenta con un total de 2. ... 300 apartamentos turísticos disponibles en plataformas de reserva populares como Airbnb, Booking y Vrbo. Estos apartamentos disfrutan de una ocupación media anual del 52%, equivalente a 190 días, con un precio medio de 110 euros por noche.
El impacto económico de esta industria a nivel local es notable, con una contribución anual de casi 50 millones de euros en concepto de sólo alojamiento en la ciudad. Un flujo de ingresos del que no se benefician únicamente los propietarios de los apartamentos turísticos, sino que también tiene efectos positivos en otros sectores económicos de la ciudad, como son el transporte, la gastronomía, las compras o el entretenimiento.
Según los datos proporcionados por AirDNA, cada apartamento turístico en Santander recibe en promedio a 2,5 viajeros durante una estancia media de 3 noches. Esto se traduce en un total de 63,26 estancias al año por apartamento y 158 huéspedes en cada apartamento. Extrapolando estos números a los 2.300 apartamentos disponibles, la ciudad atrae la impresionante cifra de 363.783 turistas anualmente a través de apartamentos turísticos.
Estos visitantes generan beneficios económicos tangibles y ayudan en la consolidación de la ciudad como un destino turístico de primer nivel en España, contribuyendo a la desestacionalización turística. La actividad de los apartamentos turísticos impulsa el dinamismo económico local, fomenta la sostenibilidad y estimula la economía circular.
El 90% de los propietarios residen fiscalmente en Santander, lo que asegura que los ingresos generados permanezcan en la capital cántabra, a diferencia de las cadenas hoteleras, facilitando así nuestro desarrollo económico y sostenible.
En los últimos meses, el fenómeno del alquiler turístico está siendo objeto de intensos debates entre las comunidades de propietarios. Uno de los aspectos más destacados de estas discusiones es la preocupación por la posible perturbación que pueden causar los turistas a los vecinos de los edificios residenciales, especialmente en lo que respecta al ruido y las fiestas. Sin embargo, según Airbnb, menos del 2% de las estancias en apartamentos turísticos presentan algún tipo de incidencia, ya sea relacionada con accidentes domésticos, ruidos, fiestas o el incumplimiento de las normas internas.
Esta cifra, aunque puede generar preocupación inicial, adquiere una perspectiva diferente cuando se considera la duración media de las estancias turísticas, ya que se sitúa en los 3 días de media. Por lo que en caso de producirse alguna molestia siempre sería de muy corta duración con un impacto muy limitado o incluso casi insignificante.
En los alquileres tradicionales, los vecinos no están exentos de contar con inquilinos ruidosos, personas que gritan, adolescentes que les gusta la música alta, bebés que lloran, aficionados a la práctica de algún instrumento musical, perros que ladran, personas con problemas de audición o amantes de la cocina que obligan a los vecinos a oler todo lo que sale de sus fogones diariamente.
Lo que diferencia a los alquileres turísticos es su naturaleza temporal. Mientras que un inquilino tradicional puede generar problemas de convivencia que afecten a la calidad de vida de los vecinos durante más de cinco años, la presencia de un turista molesto será solo un par de días. El turista busca un lugar tranquilo y esa sensación de hogar y comodidad donde alojarse por unos días, para sentirse como un local más en una nueva ciudad que está descubriendo. En ningún caso lo hacen porque buscan un lugar donde realizar fiestas, es más, apenas utilizan los apartamentos para poco más que dormir, ya que vienen a disfrutar de nuestra excelente oferta gastronómica y cultural.
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