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En la historia de España, que es parte esencial de la historia de Occidente, el papel de Cantabria, a través de algunos de sus mejores ... hombres, ha sido relevante. En el ocaso del siglo XVIII se produjo uno de los fenómenos más importantes y cuyas consecuencias aún perduran: la Ilustración y la revolución francesa, que lograron dar un giro inconmensurable a la historia; el paso de la condición de súbditos a la de ciudadanos. Desde entonces se entiende que la libertad individual es un elemento esencial en la condición humana y que todas las personas son iguales en derechos y obligaciones.
Uno de los protagonistas de ese salto del pasado hacia el futuro fue un hijo de Cantabria: Manuel García de la Prada, intelectual y hombre de negocios que fue corregidor y alcalde de Madrid durante el efímero mandato de José Bonaparte. Recientemente, un descendiente de García de la Prada, el cántabro Fernando Del Río Ruiz de la Prada presentó, en el Ateneo de Santander, un libro en el que desarrolla la biografía de quien fuera alcalde de Madrid y aporta un documento de gran interés: el manuscrito que, a modo de memorias, escribió el propio Manuel García de la Prada.
Este personaje originario del Valle de Cayón fue uno de aquellos españoles que supo entender la necesidad de transformar la sociedad, cuasi medieval, en otra abierta, igualitaria y democrática. A quienes, como él, vieron en los pensadores de la Ilustración la estrella Polar que conducía hacia una nueva sociedad se les tildó, con acento despectivo, de afrancesados. Fueron los intelectuales liberales los que, a contracorriente, introdujeron en España la modernidad, la verdad científica, el valor del individuo, los límites al poder... En esencia: una sociedad que permitió alcanzar la libertad y la democracia.
La historia de España está marcada por enormes logros y avances y también por errores de gran calibre. Lo cierto es que el solo legado cultural arquitectónico, jurídico, social, económico, etc., queda claramente vigente en la América hispana. Pero se cometieron errores que también siguen lastrando nuestro presente: la no renovación de la Iglesia católica tras los cambios introducidos por Lutero y el rechazo a la Ilustración que, desde Francia, modificó la sociedad europea.
El desastre de los reinados de Carlos IV y Fernando VII, en el gozne entre el siglo XVIII y XIX, supuso dejar a la sociedad española alejada del progreso científico y fuera de los cambios sociales que afectaron a Europa. Por esa razón, es necesario reivindicar el papel de los afrancesados, de aquellos liberales que intentaron modernizar España, romper las cadenas del absolutismo.
El acoso, persecución y, en algunos casos, ajusticiamiento de los liberales produjo una diáspora de intelectuales, científicos, militares e ilustrados que, sin duda, empobreció a España. El retraso en el tránsito entre el viejo régimen y el nuevo ha sido uno de los lastres que la sociedad española ha tenido que arrastrar hasta nuestros días.
La reivindicación de la figura de Manuel García de la Prada, realizada a través de la publicación de sus memorias bajo el título 'Mi conducta política', es de justicia. Y lo mismo debería hacerse con otros ilustrados, desde José Blanco White hasta Leandro Fernández de Moratín atrapados en la dicotomía de ser coherentes con la imprescindible modernización y democratización de España y enfrentarse a las tropas de Napoleón que invadieron España.
El libro escrito por Fernando Del Río Ruiz de la Prada profundiza y documenta la vida de este ilustre cántabro y ahonda en el estudio anterior realizado por José Ramón Saiz Fernández en el libro 'Personajes ilustres del Valle de Cayón'. La aportación de documentos, alguno tan importante como las memorias del propio García de la Prada, supone una forma adecuada de acercar la figura histórica de un ilustrado al presente y hacerlo con la adenda de trazar el panorama de los muchos españoles que querían que fuéramos libres.
El fusilamiento de Torrijos y los liberales puso fin a los tres años, en los que se intentó que España entrara de lleno en el siglo XIX con las luces de la Ilustración. Alguno de los males que aún nos afectan en el presente, doscientos años más tarde, hunden sus raíces en la derrota de aquellos liberales que terminaron en el exilio o en el ostracismo.
De la historia es necesario extraer lecciones y aprender que el progreso es imparable y que la resistencia tan solo retrasa el avance de la historia.
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