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Menéndez Pelayo lo calificó de «lector desesperado, sin orden ni mesura», y sostuvo en el prólogo de Ave, Maris Stella que es «una de las mejores novelas históricas que se han compuesto en España». Su autor, Amós de Escalante -escritor, poeta, periodista, científico, historiador y ... latinista-, compartía frecuente tertulia con don Marcelino en casa de José María de Pereda, y aunque Santander le dedicó una calle principal, junto al Ayuntamiento, es escaso el recuerdo hacia quien José María de Cossío considera uno de los fundadores de la escuela lírica montañesa. Escalante o 'Juan García', seudónimo que utilizó en muchas de sus obras, es una figura esencial en la literatura de Cantabria, y el 120 aniversario de su muerte, cumplido este año, es un buen motivo para recordar sus textos viajeros y regionalistas de costas y montañas, sonetos, playas y acuarelas.
Amós de Escalante es uno de los personajes incluidos en el amplio listado, abierto a la participación ciudadana, que maneja la concejala de Cultura Miriam Díaz para nutrir el itinerario de la Ruta de Ilustres de Santander, una iniciativa interesante que consiste en la colocación de una placa en el exterior del edificio en el que nacieron o en los lugares en los que residieron, trabajaron o actuaron, junto a una extensa biografía en soporte digital que puede transferirse al móvil. Más nombres, claros candidatos, son los de Menéndez Pelayo, Pérez Galdós, el arquitecto Navarro Baldeweg, el marino Alsedo Bustamante, el cardenal Herrera Oria, la reina Isabel II, el rey Amadeo de Saboya, el periodista Estrañi, el pintor Abín, el doctor Madrazo, el músico Cándido Alegría, el pianista José Francisco Alonso y el marqués y promotor Juan Pombo, entre otros.
En esa Ruta de Ilustres de Santander tienen ya el camino andado José María de Pereda, con recuerdo en el Edificio Macho de la calle Hernán Cortés; Ataúlfo Argenta en la Plaza Porticada, Marcelino Sanz de Sautuola en Pedrueca, Concha Espina en Méndez Núñez, Gerardo Diego en Calvo Sotelo, José Hierro en la calle Cádiz, María Blanchard en Santa Lucía, Sixto Córdova en Daoíz y Velarde, Mario Camus en Cisneros, y así hasta una quincena de santanderinos sobresalientes, o bien aquellos que, sin haber nacido en la ciudad, dejaron una profunda huella en su historia. Concretado y en marcha, el proyecto de hacer aún más visibles a los nuestros en los ámbitos cultural, artístico, científico o social es excelente, y aunque algunos de los propuestos pueden ser discutibles -ninguno de los aquí citados-, el pecado es menor si se produce por exceso.
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