Para imitar a Voltaire hay que ser Voltaire

¿Un sueño inalcanzable? Parecerme, mínimamente, a mi padre. Fue un hombre recto, inteligente, trabajador, generoso, alegre, dinámico, lleno de iniciativas, en definitiva, inimitable. No ha sido posible, los clónicos se crean en un laboratorio. Hay quien, con cierta simpleza, cree que pertenecer a una ... estirpe familiar, te hace más sabio y que si, además, el clan es de perfil 'kennedyano', y que el ácido desoxirribonucleico corre por las venas, se consiguen cachorros más competentes. La parte regionalista del equipo de gobierno que preside Javier López Estrada -sin duda, con la mejor intención- quiere subvertir esta ciudad con ideas atorrantes, emulando, seguramente, a cómo lo hizo -con innegable impacto- su padre, cuando fue alcalde de la capital del Besaya. Pero los tiempos son distintos. Éste ya no es el reino de Lidia, gobernado por Creso, el rey poseedor de grandes riquezas. Javier López Marcano fue un alcalde rompedor e innovador, capaz de aligerar el peso de una ciudad plumbeamente industrial, intercalando entre las entonces chimeneas humeantes de las usinas y el hormigón rampante, por ejemplo, un museo al aire libre, completado por José Luis Gil. Hizo de la ciudad de Torrelavega un escenario abierto por el que desfilaron desde la Fura del Baus hasta La Cubana, con performances que atrajeron a Torrelavega a miles de personas. Ideó la Casa de la Música, logró que Ainhoa Arteta emocionara con su versión de 'Alfonsina y el Mar', elevó a cátedra musicológica la Misa Popular Cántabra... y hasta protegió las pinturas del bar Chema. Pero es imposible imitar a Voltaire sin ser Voltaire. Por eso, pretender, por ejemplo, convertir el secular Palacio Municipal en un Parador de Turismo, es una bofetada a la historia y al orgullo de los 'portugueses' -que es mucho- porque «el orgullo y la pobreza están hechos de la misma pieza». Convertir el único gran vestigio de la arquitectura civil de nuestros antepasados, para hacerlo un hotel es, además de una osadía, la constatación de su incapacidad para justificar y gestionar los cientos de miles de euros enterrados en proyectos de rehabilitación inexistente, mientras compran locales -como los de la antigua Cámara de Comercio- para ayudar a una institución a la que los comerciantes no quieren mantener. Esta ciudad se está convirtiendo en un 'ideódromo', donde algunos partidos apuestan por la insensatez más grande. No puede haber desarrollo donde reina la improvisación y la ocurrencia.