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Se cumplen veinte años desde que la LOGSE, en octubre de 1990, en su Título IV art. 60 reconociera la orientación académica, psicopedagógica y profesional de los alumnos, como uno de los factores prioritarios para favorecer la calidad y la mejora de la enseñanza. ... De esta manera, se ampliaba el carácter instructor, en la función docente, para introducir el derecho del alumnado a que se le facilitara el desarrollo personal, se le valorara en sus diferencias y se le asesorara de sus posibilidades académicas y profesionales. La LOE, en mayo de 2006, asumía, en líneas generales lo anterior y, a los dos años, la Ley 6/2008 de Educación de Cantabria en su Título III sobre la Orientación educativa y los artículos, del 92 a 99, establecían los aspectos generales, estructura, organización y coordinación de actuaciones. Este reconocimiento iba acompañado de la creación de la figura del orientador y de los departamentos de orientación en el caso de Secundaria, diferenciados de los departamentos de coordinación didáctica. Y lo que a mi entender es más importante, la fundamentación de que todo el sistema se debía apoyar en la compensación de las desigualdades contribuyendo a la equidad e igualdad de oportunidades, a la atención a la diversidad y a la potenciación de la labor tutorial.
La política educativa en Cantabria, durante este período de veinte años, ha sido acertada y rigurosa en el desarrollo normativo en este capítulo y en sus programas específicos. El trabajo en los centros educativos de orientadores, acompañados por los especialistas en pedagogía terapéutica y audición y lenguaje ha sido arduo, incomprendido en muchas ocasiones, así como infravalorado hasta que la visión academicista, individualista y estandarizada del profesorado de las asignaturas, poco a poco ha ido integrando el modelo inclusivo en sus prácticas metodológicas y evaluadoras. Mi experiencia profesional de estos veinte años, en su mayoría en un centro pionero en el trabajo por la atención a la diversidad y la valoración de la orientación, así como el seguimiento de los resultados autonómicos no me hacen dudar de que la equidad e inclusión sean el pilar básico que sustenta el éxito educativo, las bajas tasas de abandono escolar y la satisfacción de las familias en el tratamiento a las barreras para el aprendizaje y participación del alumnado.
El camino recorrido debe estar lejos de pararnos en la autocomplacencia. En el horizonte de la mejora educativa, la orientación es una pieza clave del sistema educativo. En Cantabria no podemos esperar a la necesaria elaboración de una normativa básica de ámbito estatal. Es el momento de hacer visible el mapa actualizado de la orientación en Cantabria resultante del modelo de 2008 y redefinir los ejes de actuación para esta década. Le corresponde al Gobierno de Cantabria, a través del Parlamento y la Consejería de Educación, establecer el modelo de orientación educativa, vocacional y profesional, así como las estructuras precisas para su desarrollo. Este nuevo modelo debe afianzar la inclusión incidiendo en la mejora del asesoramiento vocacional y profesional. El último estudio publicado por la cumbre mundial de la innovación educativa arrojaba un dato muy alto de disconformidad en los estudiantes españoles sobre el servicio de orientación vocacional y profesional ¿Cuáles deben ser los ejes del nuevo modelo que completen y amplíen el actual? En primer lugar, la definición y características diferenciadas de la orientación educativa, vocacional y profesional. A continuación, y partiendo del mapa de reparto de recursos actuales, ver la carencias y necesidades de la red actual de los servicios de orientación para atender a las necesidades incompletas de los Centros de Primaria y ampliar el servicio a Formación Profesional. Atender a la excepcionalidad de centros de más 500 alumnos para dotarles de más de un/a orientador/a. Es el momento también, de redefinir la figura del orientador, tanto en el grado de especialización como en el ajuste de las amplísimas funciones. Los orientadores llevan tiempo reclamando tener tiempo y recursos para trabajar más en la prevención y en la ayuda a la orientación vocacional. Ahora, los informes, dictámenes, evaluaciones psicopedagógicas, la coordinación de las tutorías y, en algunos casos, las clases de su especialidad les impide la prevención y les reduce a continuos 'apaga fuegos'.
Finalmente, la orientación profesional es un factor clave de equidad social en una sociedad de gran transformación estructural (tecnológica, económica, social) y altas tasas de desempleo juvenil. Es de una gran responsabilidad política impulsar el servicio de orientación profesional desarrollando en los centros planes sistemáticos de Orientación Profesional Coordinada de calidad que mejoren los criterios de decisión y eleven la tracción hacia la formación profesional como vía de éxito y no de fracaso, como ocurre ahora con el alto porcentaje de alumnos que acceden a Ciclos Formativos de Grado Medio con problemas de aprendizaje identificados y no tratados.
En definitiva, ha llegado la hora de poner en equilibrio la atención a las barreras para el aprendizaje con el asesoramiento y respuestas a las preguntas que se hacen nuestros adolescentes: ¿quién soy y qué deseo ser? ¿qué quiero hacer? ¿qué se hacer? ¿qué he de saber hacer?
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