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A16 meses de las elecciones autonómicas y municipales la política cántabra enfrenta más dudas que certezas sobre la potencia en las urnas de cada partido ... político y también sobre quienes se asomarán a los carteles electorales. El regionalismo de Revilla es el que más optimista se muestra. Admiten sus dirigentes que la legislatura de la pandemia quizá no le permita obtener resultados tan espléndidos como los de 2019, pero creen que les alcanzará para ganar otra vez, y desde luego, para permanecer en el Gobierno en cualquier ecuación de poder que se plantee tras las urnas de 2023.
La incertidumbre principal, como sucede desde hace lustros, es si el parte médico de Revilla le autorizará para estar en la pugna electoral una vez más. Como a él le gusta enredar, estos días se ha puesto metafísico al recordar en sus redes sociales que acaba de cumplir 79 años de edad, ya cerca de los 82 que marcan la esperanza de vida de los varones españoles. La cosa es dar que hablar y de paso cambiar de tema, luego de propagar la teoría peregrina de que el coronavirus nos lo trae el viento del nordeste.
En todo caso, en la cúpula del regionalismo ya tienen en mente el congreso del partido, en diciembre del año preelectoral en curso, en que Revilla, si la salud le respeta, será aclamado de nuevo como fundador, jefe supremo y candidato autonómico en las elecciones de mayo de 2023.
Los más de 122.000 votos y 14 escaños (muy cerca de 15) obtenidos en 2019, el récord regionalista, no será fácil de reproducir, pero sí creen que está a su alcance superar la cifra de 100.000 papeletas consolidada en todas las convocatorias desde 2007. O sea, 12 ó 13 diputados, suficientes para repetir triunfo en las elecciones, para ser de nuevo el primer partido de gobierno y para elegir socio.
Al PRC le gusta de vez en cuando meterle el miedo en el cuerpo al PSOE, dejándose querer por el PP como aliado alternativo. Pero lo cierto es que regionalistas y socialistas han pactado siempre que han tenido ocasión desde aquel histórico 2003 en que Revilla se convirtió en presidente de Cantabria y han superado mejor o peor los desencuentros y momentos de crisis. Para el PSOE no hay otra opción que renovar el acuerdo con el PRC si quiere mantener una importante cuota de poder en el Gobierno regional y en los municipios.
Pablo Zuloaga acaba de consolidar su liderazgo en el partido, pero en la agenda electoral socialista faltan por resolver asuntos tan importantes como quiénes serán los candidatos en los dos municipios más importantes, Santander y Torrelavega. También está por ver si Pedro Sánchez mantiene su tirón en el conjunto de España y si Unidas Podemos, que en 2019 desapareció del Parlamento cántabro y propició el crecimiento del PSOE en dos diputados, recupera vigor y escaños.
También en el PP están a la expectativa de que florezca de una vez el dubitativo liderazgo de Pablo Casado y de que sople a su favor un nuevo tsunami como el de 2011, que los éxitos de Feijóo en Galicia y de Díaz Ayuso en Madrid se repitan en Castilla y León, en Andalucía, en el resto de comunidades y, cuando toque, en las elecciones generales.
En Cantabria ya se sabe que el mando de María José Sáenz de Buruaga no está muy afirmado en Madrid, pero al menos los dirigentes regionales ya no se llevan todas las semanas un disgusto al conocer las maniobras que se urden en la capital contra su presidenta. Es más, hay quien opina que las fotos de Buruaga con los barones del partido -Mañueco, Feijóo, Ayuso, Moreno- en la precampaña castellano-leonesa es un signo de consolidación del oficialismo y de su jefa, que por lo demás se sienten razonablemente seguros de ganar el congreso regional pendiente de convocatoria.
El PP intensifica su crítica contra Revilla, su Gobierno bipartito y su socio en Madrid, Pedro Sánchez, en el año final de la legislatura, pero después de las urnas tocará hacer las cuentas. En 2023, el PP cumplirá ocho años durmiendo a la intemperie de la oposición en la política regional, así que hará todo lo posible por tocar poder. Por ejemplo, con el PRC, si se pone a tiro. Los regionalistas prefieren un partido más pequeño, manejable y conocido en el trato, como el PSOE, pero tampoco descartan un cambio. Ahí interviene también la política nacional. A Revilla siempre le gusta tener un amigo en La Moncloa o a punto de instalarse, ya sea Pedro Sánchez o Pablo Casado.
Por hacer cuentas, los populares también las hacen mirando a la derecha, pero la mayoría parlamentaria de 18 escaños queda lejos para PP, que ahora tiene 9 y Vox, 2, con Ciudadanos (3) al borde de la extinción. El PP cuenta con quedarse con la mayor parte del caudal naranja, pero lo que le quita el sueño es que Vox crezca tanto como auguran algunos sondeos.
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