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Poner prohibiciones del tipo que sean y no sancionar a los infractores, aparte de hacer el ridículo institucional, es la mejor forma de generar comportamientos de mala educación, irrespetuosos y ciudadanos irresponsables. No respetar las velocidades indicadas, aparcar en un paso de peatones o encima ... de la acera impidiendo el paso de transeúntes, no retirar los excrementos de los perros, lanzar las colillas de cigarros en cualquier lugar, etc., son acciones que podemos observar cada día en nuestra ciudad.
¿Para qué poner normas, si solo las cumplen un 10% de la ciudadanía? Y además tenemos que leer «no estamos con el látigo a multar», dicho por un representante institucional. Sr. Concejal, no estamos tratando con niños, ni asistiendo a una clase de educación vial. Se trata de adultos irresponsables que ponen en peligro o dificultan la vida del resto de ciudadanos.
Me recuerda aquel profesor de universidad que aprobaba a todos los estudiantes argumentando «quien soy yo para enjuiciar a nadie». La respuesta es muy sencilla, usted es un representante institucional entre cuyas obligaciones se encuentra la de evaluar a sus alumnos.
Hace muchos años estando en Suecia, aparqué el coche en un espacio público. Era de noche y desconocía las normas de estacionamiento, de manera que le pregunte a un ciudadano si se tenía que pagar en horario nocturno. La respuesta fue que sí. No habiendo observado en todo el día ningún tipo de control en los aparcamientos, pregunté qué podía pasar si no pagaba. El señor me miró con cara de asombro y me cuestionó, pero ¿cómo no pagar? Es impensable.
Se dice que llevamos 40 años de retraso respecto a Europa. Es lamentable observar como en aras de la libertad, lo que realmente se produce es un «hago lo que me da la gana» porque sé que no recibiré sanción alguna. Y esa libertad, que existe, y mediante la cual puedes demostrar el nivel educativo y el respeto a los demás, se convierte por decisión propia, en un comportamiento inaceptable socialmente. Si les cuesta creer lo que comento, lo tienen fácil. Den un paseo, andando o en coche, por la avenida de Los Castros o la avenida de La Constitución y podrán comprobar personalmente como el 90% de los vehículos no respetan los indicadores de velocidad.
Entonces, posiblemente, se haga la mismo pregunta. ¿Para qué sirven las normas de convivencia, si no se cumplen y no se toma ninguna medida? Los respetuosos con las normas ciudadanas nunca hemos temido las sanciones, están para los incívicos que cada día van en aumento dada la negligencia y permisividad de las autoridades correspondientes.
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