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Todos nos tenemos que tragar algún sapo en esta vida, bien porque haya actuaciones que no nos gusten de otras personas cercanas a nosotros (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.), bien porque tengamos que esperar a que algo incómodo o desagradable suceda en el tiempo. ... Uno de esos bucles temporales, en el que ahora nos adentramos a modo de agujero negro pleno de incertidumbres, es la archiconocida cuesta de enero.
Pensemos simplemente en cómo ese 'déjà vu' surge de nuevo en el comienzo de año junto con las rebajas, y es que la conocida como Ley Weber-Fechner explica precisamente fenómenos como este: por qué el tiempo se acelera cuando nos hacemos mayores a pesar de que aunque un año dura siempre lo mismo, la relación entre lo que dura y el tiempo que llevamos vivido es cada vez más pequeña.
Por consiguiente, nuestra percepción se ve alterada y, tras los dispendios de estas pasadas fiestas, a nuestros hogares les toca superar una difícil cuesta de enero con un buen apretón del cinturón. Una circunstancia que se extenderá hasta febrero y hará preciso desplazar nuevos gastos, a no ser que sean necesarios, a otros meses de mayor capacidad económica.
Y es que, como hemos gastado algo más de lo que habíamos previsto, ahora debemos pensar en ahorrar lo que se pueda o, al menos, tratar de que los gastos estén por debajo de nuestros ingresos. Lo notará así la contención en nuestra cesta de la compra y nuestros gastos de ocio, además de algo cada vez más habitual y que para muchos resulta efectivo, pues tiene también su explicación psicológica: restringir las visitas al cajero automático para así tener menos dinero en metálico en el bolsillo y no gastar por gastar, a pesar de que ahora toca pagar gastos aplazados, pues la compra online y con tarjeta cada vez es más común.
Resulta aconsejable en esta vuelta a la rutina presupuestar todos nuestros gastos mensuales en 'base cero', reevaluándolos cada mes, cuestionándolos y no tomarlos como gastos fijos e inamovibles. Hipoteca, alquiler, luz, agua, seguros, etc. son gastos en los que hay poco margen de maniobra. Ejemplo de ello es la factura energética de enero, una de las más altas del año. A uno se le ocurre el adecuar el consumo del hogar a las franjas horarias en las que el precio de la energía sea más baja en función de la potencia contratada. Así, para que la realidad sea un poco más llevadera toca identificar esos 'paquetes de decisión de gasto', preservar lo básico y eliminar lo superfluo (por ejemplo, servicios que tenemos contratados y utilizamos poco). Las nuevas tecnologías y 'apps' nos pueden ayudar (simplemente a veces comparando precios, optimizando nuestros sistemas de pago, etc.) frente al típico ejercicio que hacían nuestros abuelos de apuntarlo en una libreta.
Y es que algunos indicadores pueden darnos algún que otro quebradero de cabeza a los analistas, puesto que es difícil explicar que creciendo como lo hicimos el año pasado, el último registro del indicador de confianza de los consumidores en nuestra economía cayese nueve puntos de media en 2019, según datos publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Dicho indicador de confianza del consumidor se encuentra así en su nivel más bajo desde 2015, lo que debería hacer considerar a nuestros dirigentes si está pasando algo entre el ciudadano de a pie, en cuanto a que sus expectativas sobre el contexto económico que viene son bastantes prudentes.
Además, no nos olvidemos de que el crédito al consumo, con tipos medios de interés del 8%, sigue siendo más caro que para nuestros vecinos europeos en este nuevo escenario de ralentización de la demanda. Así, cuanto más bajas sean las perspectivas económicas, más temor tienen los agentes económicos a endeudarse. Y a pesar de la proliferación actual de mini créditos, que muchas veces se conceden sin excesivas formalidades y con intereses altos.
Viviremos este año tiempos de incertidumbre en los que aún no sabemos si marcarán la agenda la cuestión territorial, la económica o lo social. Hace falta no dejarnos llevar por 'cortinas de humo' y que, por una vez, los problemas de verdad sean los ejes sobre lo que pivote todo en este 2020 que acaba de comenzar, con la clásica cuesta de enero y la realidad incómoda de las deudas.
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