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Se dice por ahí que Pedro Sánchez «por la concordia, la convivencia y el entendimiento», valores que según él fomenta la Constitución, «y no la venganza y la revancha», está barajando la posibilidad de conceder un indulto a los doce líderes del 'procés' condenados en ... octubre de 2019 por el Tribunal Supremo, y sin entender nadie bien por qué sonríe el 'caganer', aunque ya estamos olfateando el verano, pues que se ha montado el Belén.
No sé por qué todo esto me recuerda a la película 'El verdugo' de Luis García Berlanga, donde Amadeo, un funcionario estatal encargado de ajusticiar a los presos, para que su yerno pueda tener derecho a un piso de funcionario, le convence para que solicite la plaza que él por jubilación dejará vacante. Lo hace pensando que nunca va a tener que ejercer, y de tener que hacerlo, podrá dimitir.
Pues algo así le pasa a Pedro Sánchez que, para no perder La Moncloa, ha aceptado gobernar con el apoyo de otros partidos, y de los catalanes, pensando que nunca tendría que tomar la decisión de salvarles el pellejo a los más díscolos, que están en la cárcel, o actuar como su verdugo, manteniéndoles en prisión al no indultarles. Y ahí está, dale que te pego, valorando el coste que le puede pasar electoralmente fuera y dentro de su partido tal decisión, dado que con el Belén que ha montado se le están moviendo hasta los pajes.
Acostumbrado a salirse con la suya, al igual que el doctor Frederick en 'El jovencito Frankenstein', pide encerrarse con los independentistas catalanes, en la creencia de que el amor es lo único que puede calmarles, convenciéndoles de que son seres queridos aún a riesgo de echar por la borda toda su carrera política, pidiéndole a los suyos que oigan lo que oigan, y por mucho que les supliquen y los gritos que puedan dar, que no abran la puerta pues, si lo hacen, destruirán todo por lo que han trabajado; sin esperar que una vez encerrado con ellos, tendrá que pedir que le abran dicha puerta, asegurando que se trataba de una broma en cuanto reciba los primeros envites.
Mientras tanto, los Igor de turno ya están cogiendo posiciones en los mejores balcones para ver cómo los negociadores catalanes encumbran a lo más alto del 'castells' a Pedro Sánchez, para luego, conseguido el objetivo, tirarle, políticamente hablando, y volver a las andadas, pero esta vez sin ninguna fuerza política con peso en Cataluña que pueda frenarles, bajo la atenta mirada del enigmático y sonriente 'caganer'. ¡Vaya desastre!
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