Los indultos, otra claudicación sin futuro ni concordia
ANÁLISIS ·
El PSOE se queda solo en la defensa de las medidas de gracia de Sánchez, pero las estrategias variables de los partidos de la oposición contaminan el rechazo ciudadanoSecciones
Servicios
Destacamos
ANÁLISIS ·
El PSOE se queda solo en la defensa de las medidas de gracia de Sánchez, pero las estrategias variables de los partidos de la oposición contaminan el rechazo ciudadano«Como para llevarle la contraria a Pedro Sánchez sobre los indultos en vísperas de un congreso, lo mismo manda un candidato a Cantabria y ... acaba con Pablo Zuloaga como ha acabado con Susana Díaz». Los viejos socialistas cántabros interpretan con mucha sorna el hecho de que su partido se haya quedado solo en el Parlamento, dos veces en una semana, en la defensa de las medidas de gracia para los independentistas catalanes condenados, que rechazan la mayoría de los españoles y entre ellos una buena parte de los votantes del PSOE. Pero esto no es como cuando el partido osa alinearse con los ganaderos frente a los lobos que protege la vicepresidenta Teresa Ribera; esta vez opera la consigna inapelable de Sánchez de llevar adelante su 'autoindulto' para mantenerse en el poder. El oficialismo socialista cree que el desgaste por el perdón se disipará en unos meses, los menos optimistas temen que el asunto tendrá un largo recorrido político y que el coste electoral será importante.
Así que de momento, el PSOE cántabro tira del argumentario general de La Moncloa: que los indultos no están entre los asuntos que preocupan a los ciudadanos en estos tiempos de pandemia, que la convulsión en Cataluña procede de los tiempos del PP en el Gobierno de la nación y ahora es alimentada por la 'triple derechona' que forman los populares con Vox y Ciudadanos. Naturalmente, pasa por alto el libreto socialista que hace sólo dos años Pedro Sánchez garantizaba el cumplimiento íntegro de las penas de los independentistas sediciosos y ahora interpreta como una venganza lo que es pura y simplemente la aplicación de la ley, como reclaman el Tribunal Supremo y la Fiscalía al oponerse a los indultos.
Hasta entre los defensores del perdón que han florecido de repente al toque de corneta de Sánchez el concepto que justifica la clemencia es el apaciguamiento de la Cataluña separatista. Como si el Estado hubiera hecho otra cosa durante las últimas cuatro décadas que intentar apaciguar a los independentistas con continuas cesiones que, naturalmente no han servido para nada, porque no se conformarán con nada que no sea la plena soberanía. Tampoco bastarán ahora las medidas de gracia.
Sánchez y los suyos se agarran a la endeble prueba de buena voluntad expresada por Oriol 'Mandela' Junqueras (según la patética comparación del ministro Ábalos) cuando acepta desdeñosamente el indulto y ralentiza la vía unilateral si se avanza hacia la amnistía y el referéndum de autodeterminación en una mesa negociadora que hará patente, una vez más, la debilidad del Estado. O sea, ninguna cesión del independentismo. Ahí está la CUP a la espera para echar a ERC del Govern en 2023 si no acelera el proceso de la independencia. Mientras, el PSC de Illa ofrece ya un plebiscito sobre el modelo de convivencia, que viene a ser un escalón previo a la ruptura, y el socio en el Gobierno central, Podemos, incluso postula el retorno libre y triunfal del fugado Puigdemont.
La firmeza del Estado en Cataluña no se ve por ninguna parte, no es una opción. Lo que el independentismo quiera para que Sánchez gane tiempo instalado en la Moncloa. Para los catalanes no independentistas, discriminados desde la escuela hasta la Administración, apestados de la sociedad en su propia tierra, ni un gesto reconfortante.
Pedro Sánchez, que en unas pocas horas felices ha enterrado a Susana Díaz, ha alternado medio minuto con Joe Biden y se ha aliviado con el relativo 'pinchazo' de la manifestación de Madrid contra los indultos, no va a tener ningún problema en su partido para seguir con su política condescendiente en Cataluña, aunque una cosa es la obediencia de los 190.000 militantes del PSOE y otra los sentimientos de sus casi siete millones de votantes.
En Cantabria, el PP recoge firmas contra los indultos -ya ha captado más de 5.700 en las calles- aunque sigue sin aclararse con la estrategia nacional del partido y de su líder, Pablo Casado, siempre pendiente de lo que haga o deje de hacer Vox, como en la concentración de Colón, nutrida pero no histórica, acaso por la contaminación política de un acto que requería sobre todo el aliento cohesionado de la sociedad civil. También sobraban extravagancias como la de la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, tan crecida por su éxito electoral que se pasó de frenada en su torpe alusión a la posición del Rey sobre los indultos.
El debate sobre las medidas de gracia a los independentistas condenados rompió la unidad de voto en el seno del Gobierno de coalición PRC/PSOE, pero la verdad: eso no ha sido nunca un problema sensible en sus largos años de cogobernanza. A Revilla, con la que está cayendo, ni se le ocurre apoyar a Sánchez en una decisión tan impopular como los indultos, si bien en el debate el PRC prefiere marcar distancias con el PP y con Vox. A Revilla incluso le han reprochado que no estuviera el domingo en Colón, pero ahí tiene una defensa fácil: para qué iba a ir donde faltaron algunos de los presidentes autonómicos más importantes del PP como Feijóo, Moreno y Mañueco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.