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El gabinete de curiosidades o 'Kunstkammer' de Pedro el Grande fue creado en 1727 para conservar objetos naturales, humanos y principalmente, rarezas. Abarcaba desde fetos, ... minerales y gemas, conchas y plantas, hasta instrumental científico; es muy probable que provocara estupor o curiosidad, sin embargo, indudable su objetivo: indagar en el saber.
No obstante, su nieta política Catalina II, mostró otro tipo de interés, guiada por el ansia coleccionista llegó a inaugurar 'su hermitage', como ella lo denominaba. Pretendía ser un pequeño pabellón 'de eremitas', destinado a recibir visitas y mantener charlas intelectuales que, con el tiempo y el acopio ingente de obras, llegaría a convertirse en el museo ruso que hoy en día alberga unos tres millones de piezas.
Desde entonces ha llovido mucho en esto de coleccionar, un tema apasionante a juzgar por la cantidad de aficionados. Hay casi tantos tipos de coleccionistas como de objetos que provocan el deseo de poseerlos.
Gracias al afán y poder de nuestros monarcas para rodearse de los mejores artistas del momento y encargarles las obras que decorarían sus palacios, hoy existe el Museo del Prado, único en el mundo, cuya esencia radica en el criterio de sus compradores.
Que Carlos V se sintiera atraído por el modo colorista y suelto de pintar de un reputado Tiziano y lo eligiera como autor de su retrato ecuestre, dio origen a un tipo de gusto trascendente para las generaciones de artistas posteriores, que trabajaron para los Austrias y Borbones siguiendo esa misma estela. No en vano Rubens, un siglo después, estuvo copiando los Tizianos de los palacios madrileños y Velázquez, en una de sus obras maestras, las Hilanderas, dejó en clave pictórica el reconocimiento que sentía por ambos mentores.
Por su parte, Felipe II heredó la fascinación de su padre por el veneciano, entablándose así una de las relaciones más fructíferas entre monarca y pintor, de la que derivó la serie mitológica de las 'poesías'. Los dos compartían el furor por ver la sensual vida de los dioses de la antigüedad representada en imágenes. Sus amoríos, pasiones o la energía erótica que solo el pincel de Tiziano pudo llegar a materializar en una bellísima Dánae, una voluptuosa Venus o una iracunda Diana. Sin el entendimiento entre rey y maestro no se hubieran podido crear obras tan osadas.
¿Hasta qué punto se encuentra en deuda el Bosco con su comitente Engelbrecht II de Nassau? ¿Puede ser que el enigmático tríptico 'El Jardín de las Delicias' estuviera influido por los deseos del noble de epatar a su corte, mediante eruditos juegos de adivinanzas que, el maestro flamenco supo interpretar gracias a su ingenio e imaginación? Las tres tablas repletas de misteriosos personajes y fascinantes escenarios aún ahora nos intrigan y conmocionan.
Hoy, durante el mes de marzo, en nuestro país, desembarcan hordas de coleccionistas atraídos por la feria de arte ARCO y los múltiples eventos convocados en paralelo. Debemos celebrar que estos sofisticados compradores sigan codiciando el bien preciado de la creación. Cada cual se proyecta y reconoce en las obras de los artistas que elige. Sin el arte, no podemos ver lo que se esconde bajo la capa superficial de lo real y por eso, los artistas resultan alquimistas encargados de desvelar ese interesante mundo de las ideas. Aquellas a las que dan forma a través de su aguda percepción y sensibilidad exquisita.
Mientras, el ojo del coleccionista está atento para seleccionar una nueva versión de cada obra en el contexto de su colección, según su gusto, uniendo unas piezas en armonía con otras para ensartar, como cuentas de un infinito collar.
Y por ello, es loable la entrega de los, muchas veces, callados protagonistas, quienes después del arduo esfuerzo de conservar, preservar, mantener y cuidar su colección, acaban donándola a la sociedad. Así, lo que un día fue su pasión, pasa a ser del disfrute de todo el público.
En sintonía, no podemos más que enorgullecernos por contar con una ciudad como Santander que poco a poco se está convirtiendo en estandarte del coleccionismo, con su apoyo a la creación de nuevos centros y museos. En sus orígenes percibo el mismo ímpetu de antaño, consistente en ver, poseer y donar.
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