Secciones
Servicios
Destacamos
Antoni Tàpies nos enseñó a apreciar la belleza de un muro desconchado. Sin embargo, su obra va más allá y nos sumerge en la densidad de la materia y nos permite sentir la fuerza de los tonos ligados a la tierra; «un color interiorizado, lo ... que podría definirse como la penumbra, la luz de los sueños y de nuestro mundo interior», tal y como afirma el artista. En la magnífica muestra que para la conmemoración del centenario de su nacimiento ha organizado el Museo Reina Sofía, lienzos enormes rezuman materia y el gesto vibra. Impactan, subyugan, no dejan indiferente, invitan a reflexionar sobre el lenguaje de la pintura, e incluso, también sobre la existencia humana y la condición corporal del individuo. Tàpies, el representante más destacado del informalismo español, explora las propiedades expresivas de materiales como el polvo de mármol o el barniz y de otros más básicos, como el cartón y el cemento.
Como un demiurgo amasa esos elementos burdos o industriales, en busca de lo primigenio. Un enorme cuerpo emerge de una tela de grandes proporciones, unas veces solo un pie de tamaño formidable, o, como queriendo jugar a la metonimia, en otras, lo que asoma es un calcetín monumental. Enaltece lo banal, exalta lo cotidiano y nos interpela, abruptamente, poniendo delante de los ojos la realidad llana, carente, pero a la vez, plena de significados. Sus obras reflejan la descomposición, el correr del tiempo, el devenir. Son un memento mori, el recuerdo de la caducidad del ser humano.
Esa materia originaria es como el ovillo de lana situado en el borde inferior central del cuadro de 'Las Hilanderas' al que Velázquez, el gran maestro del barroco, conduce nuestra mirada, en un intento de reducir la complejidad de la escena a lo esencial. Personajes, escenarios, ruecas y tapices, todo, está comprimido en esa masa gris de la que todo surge. Tanto lo que remite a lo real –las hilanderas en primer plano tejiendo– como lo ficticio, la historia mitológica de celos y poder plasmada en el tapiz por las artesanas. La lana que, mediante el proceso creativo, deviene en forma.
Ambos pintores aluden al lenguaje de la pintura, se enredan en equívocos, plantean preguntas y buscan las respuestas.
Todo ello es constatable hasta el 30 de septiembre en Santander, que se suma a conmemorar el centenario del artista catalán con una exposición en el Casyc, producida por la Fundación Caja Cantabria y contando con la colaboración de la UIMP y la Fundación Antoni Tàpies.
Y hay un tercer pintor relacionado. «Rembrandt estaba prestando toda su atención a la materia de la pintura y, particularmente, a un pequeño desconchón de yeso de su estudio», así describe Simon Schama en 'El ojo de Rembrandt' la obsesión de este otro maestro del siglo XVII por la materia. «Al no encontrar estorbos, la humedad se había abierto paso entre el yeso produciendo ramilletes de moho, ahuecando su superficie y abriendo grietas y fisuras en las esquinas en donde se acumulaba. A Rembrandt le interesaba eso. Desde el principio se sintió poderosamente atraído por la ruina: la poética de la imperfección», concluye el escritor. El artista holandés fue un virtuoso de la técnica, en cada cuadro depositaba capas de pintura de forma minuciosa y esmerada y, gracias a esa destreza, se producía la ilusión del arte. De sus gruesos pinceles llenos de pigmento brotaban historias dramáticas, no obstante, su gran conquista fue conseguir experimentar buena parte de la superficie pictórica como hasta entonces nunca se había hecho, viendo lo abstracto en lo figurativo. Observar esa minúscula esquina es atender a un Tàpies amplificado.
Todos estos artistas nos hablan del lenguaje de la pintura, sí. Sin embargo, a la vez, ponen el foco en la huella del paso del tiempo, en el deterioro, en ese maltrato que materializa la piel de nuestros cuerpos. Las arrugas profundas de la vejez, los surcos grabados a cincel en la dermis, las escamas que se desprenden y apergaminan o esas manchas cutáneas oscilantes entre lo rojizo, el ocre oscuro o hasta el gris verdoso. Toda una superficie corporal del color de la tierra, que da cuenta de las cicatrices de nuestra vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.