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Arribamos a Venecia en la oscuridad de la noche y bajo un manto de lluvia intensa. Agua por todas partes. Intentamos encontrar nuestro alojamiento avanzando y retrocediendo por calles laberínticas cortadas por pequeños canales. Sentimientos encontrados, por un lado, excitación por volver a esta ciudad ... asombrosa y descubrírsela a mi hijo adolescente, por otro, cierta desesperación y a la vez temor ante tanto extravío. Además, el recuerdo de la historia siniestra de Ian McEwan en 'El placer del viajero' hacía prevalecer una sensación de fatalidad.

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