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Pese a que la incertidumbre sigue siendo el elemento dominante en el panorama económico mundial, europeo y español, el comienzo del año se presenta en ... nuestro país, al menos en dos frentes fundamentales, algo menos dramático de lo que hace sólo unos meses podíamos imaginar. Estos dos frentes son, creo que la mayoría de ustedes coincidirán conmigo, los de la inflación y el empleo. En ellos, pese a todo, sigue habiendo elementos muy preocupantes, difíciles de conciliar con un acontecer económico más sosegado.
En nuestro caso y en materia de inflación seguimos, no cabe ninguna duda, en niveles muy elevados, sobre todo si los comparamos con los habidos hasta casi el estallido de la guerra en Ucrania. Últimamente, sin embargo, los precios se han moderado de forma sustancial: han acabado el año en la cota del 5,8%, nada menos que cinco puntos porcentuales por debajo de la cifra registrada el pasado mes de julio. Pues bien, pese a la magnifica noticia que esto supone, que nada o poco tiene que ver con las actuaciones restrictivas del BCE, la misma se ve lastrada por otras dos nada favorables; una de ellas, ya comentada en esta sección, se refiere al fuerte aumento experimentado por el precio de muchos alimentos de primera necesidad; la otra, que ha pasado bastante más inadvertida para el gran público, es el crecimiento de la inflación subyacente, crecimiento que constituye, a mi juicio y junto con el ya mencionado aumento en el precio de los alimentos, el verdadero talón de Aquiles en la evolución de los precios.
Siendo esto así, la pregunta que procede formularse es ¿qué razones existen para que, por primera vez en el último lustro, la inflación subyacente supere a la general? Pues, tal y como señalaba no hace mucho en estas mismas líneas, creo que no hay otra que la codicia de los que pescan en río revuelto. Puesto que la inflación subyacente registra el aumento de precios excluidos los de los alimentos frescos y la energía, todo parece indicar que el que ésta supere en más de un punto a la inflación general es debido, en su mayor parte, a la acción de los intermediarios y comercializadoras, que aprovechan la ocasión para subir sus márgenes (lo mismo, por cierto, que hacen en algunos casos al no trasladar directamente, o hacerlo sólo de forma parcial, la rebaja del IVA aprobada por el Gobierno).
En lo que atañe al empleo, la verdad es que las noticias de fin de año han sido muy buenas, pues todas las magnitudes que podían mejorar (sobre todo el nivel de ocupación y las tasas de empleo y desempleo) han mejorado, y lo han hecho de forma sustancial, confirmando así, pese a las críticas vertidas en contrario, la validez y vigencia de la reforma laboral. En todo caso, no se puede soslayar el hecho de que siguen existiendo bastantes puntos negros en el panorama laboral de nuestro país, dado que nuestras tasas de ocupación y paro son, respectivamente, bastante menor y mayor que las de la media europea; esto, naturalmente, nos resta capacidad competitiva y, por ende, hace que nuestro crecimiento real se sitúe bastante por debajo del potencial. Dejando de lado la cuestión del pacto de rentas, que me parece que también podría ser positivo en este aspecto, este es, sobre todo, un problema estructural que requiere de reformas estructurales acerca de las que, pese a su necesidad, seguimos sin ponernos del todo de acuerdo. En mi opinión, dos son las principales actuaciones a considerar. Por un lado, es preciso seguir insistiendo en todo lo relacionado con la mejora de la formación profesional y con la adaptación, en la medida de lo posible, de los currículos escolares a las necesidades de las empresas. Por otro lado, y esto se me antoja más complicado, hay que avanzar mucho más en aumentar el tamaño medio de nuestras empresas, pues éste sigue siendo demasiado pequeño como para que las mismas puedan desarrollar tareas importantes de I+D+i, lo que me merma su competitividad y, por lo tanto, su capacidad para crear empleo de calidad y riqueza.
En definitiva, 2022 se ha cerrado, en lo que se refiere a la evolución de los precios y el empleo, con unos resultados mejores de los que no hace mucho se podía prever, alejando así la temida estanflación. Aún así, persisten demasiados interrogantes que podrían empañar el proceso.
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Ana del Castillo
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