Inflación y estancamiento económico: llueve sobre mojado
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Aunque hablar de estanflación sea excesivo, continuaremos un tiempo con precios elevados y con la economía un tanto gripadaPese a las muestras de generosidad que se producen con asiduidad en tiempos de crisis, sigo pensando que las personas tendemos a ser bastante egoístas. ... Es por ello que, a pesar de las consecuencias que la invasión de Ucrania está teniendo en forma de pérdidas de vidas, sufrimiento y destrozo económico, nos preocupan más los efectos que la misma tendrá sobre nosotros que los muchos más dramáticos sobre los ucranianos. Este es el motivo, por ejemplo, de que temamos tanto, y con razón, al fenómeno de la estanflación.
En los últimos tiempos, y como consecuencia de las disrupciones en las cadenas de suministro y de otro tipo provocadas por la pandemia, el alza de precios, que se había mantenido muy controlada durante mucho tiempo, inició una escalada que, con el estallido de la guerra de Ucrania y los correspondientes problemas de suministro de gas y petróleo, está alcanzando cifras record. En efecto, de acuerdo con estimaciones provisionales del INE, la inflación en España se aceleró en marzo hasta el 9,8%, una cifra no vista desde 1985 y que pone en jaque la estabilidad y la continuación de la recuperación económica.
Pese a los llamamientos realizados para intentar frenar los efectos de segundo orden del aumento de los precios de los combustibles fósiles, lo cierto es que se están produciendo con una fuerza tremenda; empezando por la electricidad, siguiendo por los transportes y, sin tregua, hasta el consumidor final, los precios de una amplísima gama de productos y sobre todo los de primera necesidad no hacen más que subir y subir. En algunos casos, con plena justificación, pero en otros por pura especulación y oportunismo; ya saben, a río revuelto ... ¿Cómo, si no, se explica que, según la prensa, cientos de gasolineras hayan respondido a la bonificación de 20 céntimos prometida por el Gobierno con aumentos inmediatos superiores a los 5 céntimos por litro?¿Cómo, si no, se explica que en una crisis de oferta energética sean las petroleras y las gasistas las empresas que salen más beneficiadas?¿Cómo, por otro lado, se puede hablar de hachazo a las eléctricas cuando están obteniendo grandes beneficios derivados del sistema marginalista imperante en la formación de los precios? Así será muy difícil, salvo que se produzca una concurrencia favorable de factores externos (hoy por hoy, impensable), que se pueda doblegar la curva de los precios, por lo que la inflación, como he subrayado recientemente, además de elevada, será mucho más duradera de lo inicialmente esperado.
En lo que atañe al freno del proceso de recuperación económica, lo único que cabe subrayar es que es un hecho y que su evolución va a depender, me parece, de tres factores. En primer lugar, y por encima de todo, de la duración de la guerra y, en consecuencia, de los problemas derivados del suministro de combustibles fósiles y otras materias primas. En segundo lugar, de la eficacia del plan gubernamental para mantener niveles aceptables de actividad; la prolongación de los ERTE, las bonificaciones (directas e indirectas) a todo el transporte, el mantenimiento de bajadas de impuestos a la electricidad, el aumento temporal del ingreso mínimo vital, etc., tendrán, sin lugar a dudas, efectos positivos sobre nuestra economía, aunque, quizás, no muy potentes; lo que con toda seguridad producirá son más tensiones en las finanzas públicas y la necesidad, bastante urgente, de ir pensando en cómo abordar la necesaria consolidación fiscal. El tercer elemento a tomar en consideración a la hora de calibrar la magnitud de la desaceleración económica es la repuesta europea, la cual, a mi juicio, se está demorando demasiado; en este terreno, amén de lo que se proponga hacer la UE en materia fiscal y monetaria, a lo que ya he aludido recientemente en estas mismas páginas, hay otro factor que podría contribuir, simultáneamente, a reducir las tensiones inflacionistas y a dar un cierto empuje a la actividad económica: la adquisición conjunta de combustibles fósiles en mercados alternativos a los rusos y, en la medida de lo posible, la elevación de los stocks de seguridad gasística.
En cualquier caso, ninguna de las medidas mencionadas será suficiente por sí misma para relanzar la actividad a niveles similares a los existentes antes del estallido del conflicto bélico ni para frenar el alza de los precios. Por eso, y aunque hablar de estanflación me parezca de momento excesivo, creo que continuaremos durante un tiempo con precios elevados y con la economía un tanto gripada.
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Ana del Castillo
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