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Ahora quizá se pueda decir que 'a. d. C. o 'a.C.' significa 'antes del Covid-19'. Así, en un cierto mes a.C. prometí desarrollar alguna reflexión a partir del libro de Teresa Cobo sobre las obras del ferrocarril Santander-Mediterráneo,'La hazaña estéril' ... , editada por El Diario Montañés con gran calidad y que me parece obra definitiva, hasta donde una investigación histórica puede serlo.
Todos esos grandes proyectos que, a pesar en ocasiones de esfuerzos titánicos, terminaron por no sustanciarse, coinciden en haber sido durante mucho tiempo carne de primera... página. Yacen uno tras otro en una cripta cuyas lápidas enuncian sumariamente lo que se pretendió o emprendió, antes de que la historia dictaminase su cancelación.
Esto sucederá en todas las regiones, seguramente, pero imaginemos que un grupo de turistas visita la Cripta cántabra, donde reposan anuncios, titulares, reportajes: la hemeroteca integral de lo no hecho, lo no acabado. El cicerone ha iniciado ya hace rato el recorrido y habla con un tono profesoral.
–Ahí, a la izquierda, el ala oeste del Seminario Mayor de Comillas, edificios anejos y Colegios del Mundo Unidos. Saben ustedes que solo se modernizó el ala oriental y la capilla. Justo pegado, el Centro Meteorológico Europeo de la misma villa arzobispal.
«Ah, claro», murmura alguien de la comitiva.
–De esta parte, la nueva sede de la autonomía por el arquitecto Rafael Moneo.
«Muy bonita», suspira una señora.
–Aquí, la Autopista Dos Mares, que iba de Reinosa o Pesquera hasta Miranda de Ebro. Era de peaje –puntualiza el guía, como con nostalgia de los peajes que no se llegaron a cobrar–. Al lado, señoras y señores, la autopista de peaje Astillero-Renedo-Torrelavega, que tampoco prosperó, porque se prefirió una autovía normal Solares-Sarón-Torrelavega, aunque se terminase más tarde y dejara colgados a Renedo y sus valles.
–A veces hay que elegir el mal menor, ¿no?, tercia un turista.
–Sin duda, caballero, por eso se pretende patentar un «malmenorímetro» para que no haya errores, replica el cicerone.
–A esta otra parte, el Centro Regional de Emprendedores en Torrelavega. Ya estaba en construcción, incluso. Una pena, añade con sentimiento.
«Qué larga es esta cripta, Manolo, ¿cuánto nos falta por ver?»
–En esa fila inferior pueden ustedes apreciar testimonios emocionantes. En el centro, el túnel bajo la Bahía de Santander y también un puente alternativo; a su derecha, el puente de Laredo a Santoña; a su izquierda, la carretera Reinosa-Potes; encima, la de San Sebastián de Garabandal a San Pedro de Bedoya; y seguido, el Túnel de El Escudo y el Guggenheim de Santander.
«Amazing!», comenta a su hija un espigado turista inglés con los ojos muy abiertos.
–Permítanme llamar su atención sobre un conjunto realmente curioso –reclama el guía–. Verán ustedes de este lado el centro de educación ambiental en la península de La Lastra, embalse del Ebro; de este otro, el aeródromo de Valderredible; detrás de la columna, el centro de I+D+i de Vestas como complemento de su aerogenerador experimental en Campoo.
«Impresionante», admitía boquiabierto un señor con un elegante sombrero mexicano.
–Antes de llegar a la toilette y a la máquina de café, querría mostrarles nuevas adquisiciones. Seré sincero: algunas están solo a prueba y no sabemos si se quedarán definitivamente. He aquí el tren de alta velocidad con Bilbao y paradas en varios pueblos intermedios. Son paradas a toda velocidad, ya se entiende. Están viendo también los diques de La Magdalena para proteger la arena de la playa, sí, justo junto a la senda litoral de Cueto, ahí, eso es.
«Es inacabable este museo, Albert», comenta resoplando a su pareja una visitante de acento levantino.
–Antes de un 'break' de cinco minutos, no me resisto a mostrarles esta fila a nivel del suelo. Miren, miren sin miedo: unas minas repletas de valioso mineral, un colegio mayor universitario, un sanatorio en la bahía, una piscina cubierta, un parador nacional en Correos, los 200 millones para la Autovía del Agua, el Ecoparque Besaya de Reocín, un programa para enseñar inglés a la gente joven, un puente de Suances a Polanco… grande, ¿eh?, ni el de Brooklyn.
«¿El baño dónde dice usted que estaba?», inquiere un impaciente.
–Aquí mismo, caballero. En sus paredes verán ustedes, como inspiración, todos los planes generales de urbanismo que han sido anulados por los tribunales en los últimos veinte años. Y tenemos sitio para más. Espectacular, ¿no? La Dirección ha ordenado obras de ampliación, para poner también los planes estratégicos y leyes que vienen recibiendo el descabello de la Justicia.
Tras el descanso, el entusiasta cicerone reanuda su perorata.
–Antes de que lleguemos a la joya de la Cripta, deben ustedes reparar en que tenemos dos soberbios túmulos preparados, por si nos hemos de hacer cargo de dos fabulosos ejemplares: la autovía Burgos-Aguilar y el centro de terapia de protones de Valdecilla. Si vienen, Dirección cree que deberíamos subir el precio de las entradas. Yo no me hago ilusiones, de momento.
Uno de los turistas, claramente cántabro, no ha podido contenerse.
–Oiga, ¿y las integraciones ferroviarias de Santander y Torrelavega, y la Sniace, y la Puebla Vieja de Laredo, y el Puerto de Requejada y barra de Suances, y la EDAR del Besaya? ¿Y el tren con Palencia? ¿Y la Residencia? Eso, ¿qué?
El cicerone se encoge de hombros y señala hacia el techo abovedado con sus dos dedos índices.
–Eso, señor, hay que consultarlo arriba. Viendo lo que hay aquí… ¿quién sabe? Pero contemplen, contemplen nuestra catacumba estrella, el Santander-Mediterráneo, de mar a mar, de los iberos a los celtas, todos los regímenes políticos de la España del siglo XX aquí metidos, de Romanones a Felipe González, media España vaciada por este fracaso, hazaña estéril. Dramáticamente insuperable, ¿no les parece?
Y concluye con una confidencia triunfal:
–Ahora, ¿saben?, nos van a pedir opinión para los proyectos importantes. Nos hemos vuelto expertos en lo que no sale. Todo irá con informe vinculante de la Cripta. Nos enorgullece, pero ya he advertido en Dirección: jefe, ¡a ver si nos vamos a pegar un tiro en el pie, que nosotros comemos de esto!
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