La intrahistoria del Palacio de los Acebedo
La Fundación «no puede seguir contemplando cómo se deteriora el principal monumento del clasicismo en Cantabria» y ha interpuesto una demanda
Sábado, 29 de diciembre 2018, 08:48
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El palacio de los Acebedo en Hoznayo es uno de los edificios más importantes de la arquitectura civil montañesa. Sobre el solar familiar, adosadas a ambos lados de una imponente torre fortaleza preexistente, Fernando de Acebedo –el menor de cuatro hermanos que ocuparon los más ... altos puestos de la monarquía hispánica desde fines del reinado del segundo Felipe hasta principios del del cuarto– mandó edificar un palacio y una iglesia panteón. Construidos bajo la dirección del arquitecto y cantero Juan de Naveda, las trazas herrerianas de la Iglesia y la composición de la fachada del palacio evocan la obra del arquitecto real Juan Gómez de Mora, a quien el mencionado Fernando de Acebedo, siendo presidente del Consejo de Castilla, había encargado pocos años antes la construcción de la Plaza Mayor de Madrid. Pero no solo es relevante por la calidad de sus proyectistas, sino también por la de su ejecución, pues su resistencia a la incuria del tiempo no debe nada al azar, sino todo a la sólida fábrica que le dieron los canteros trasmeranos.
A este origen tan excelso se contrapone una intrahistoria reciente bastante más prosaica, sin cuyo conocimiento parece desidia lo que se asemeja más a pesadilla. Persiguiendo su conservación, la fundación que presido hubo de ocuparse primero de la disolución del proindiviso familiar al que el azar sucesorio lo había abocado, adquiriendo las cuotas del resto de proindivisarios. Inmediatamente después se arregló el tejado de la iglesia, la única zona en que se podía intervenir al estar el resto del conjunto ocupado por un bar para cuyo desalojo hubimos de indemnizar, tras pleito y negociaciones, a su propietario. Ninguno de estos dos elementos que afectaban a la posesión del inmueble han sido, sin embargo, el obstáculo fundamental para su restauración. Encontrar un uso que garantice la conservación a largo plazo de un inmueble es sin duda el paso más difícil en cualquier proyecto de conservación, pues restaurarlo sin darle un uso es un dispendio que sólo consigue aplazar el problema algún tiempo, en mi experiencia, bastante corto. La estructura de este palacio, con amplísimas crujías de difícil división sin alterar su naturaleza, hacían muy complicado darle un uso que pudiera interesar a la iniciativa privada. Por ello, en muy diversas ocasiones se ha ofrecido a distintas Administraciones públicas para usos institucionales, ofrecimientos que siempre han quedado sin respuesta. Tras numerosos proyectos frustrados, intenté incluso una intervención personal que la crisis se encargó de imposibilitar.
Por lo expuesto, cuando en el año 2015 llegó a nuestras manos una iniciativa hostelera que parecía compatible con los valores arquitectónicos que este conjunto monumental tiene, creímos ver la oportunidad que habíamos esperado tantos años, por lo que formalizamos un contrato por el cual la sociedad que lo promovía, Promociones culturales e inversiones Hoznayo SL, se convertía en arrendataria del palacio comprometiéndose a su conservación y restauración con estricto respeto a un proyecto que debía aprobar la Fundación Medinaceli reservándose esta también el control de su ejecución. Después de varios proyectos discordantes con la dignidad del conjunto monumental, el patrono de la Fundación, Rafael Manzano, catedrático de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo de la Universidad de Sevilla y Premio Richard H. Driehaus de Arquitectura Clásica, redactó uno que básicamente perseguía una restauración del edificio profundamente conservadora con fidelidad, en todo lo posible, al uso de sus materiales originarios, proyecto que, aceptado por todas las partes, recibió por fin licencia en la primavera de este año.
Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando, apenas comenzadas las obras, la mencionada sociedad arrendataria procedió, sin orden alguna de la dirección facultativa, al derribo y demolición del único forjado original que conserva el palacio, el del gran zaguán y vestíbulo de arranque de su escalera principal. Esta actuación no sólo era contraria al proyecto, sino que comprometía seriamente la estructura del edificio al dejar sin arriostramiento los muros perimetrales de fachada. Esta situación fue denunciada inmediatamente al Ayuntamiento de Entrambasaguas y a la Consejería de Cultura hace ya seis meses, sin que hasta la fecha haya habido reacción administrativa alguna, ni tan siquiera una visita del arquitecto de la Consejería de Cultura para comprobar in situ el estado del monumento. Al mismo tiempo, la dirección de obra dio orden de reponer el forjado y de proceder inmediatamente a la reconstrucción de las cubiertas. La reacción de la sociedad arrendataria fue abandonar la obra retirando todos los apeos, incluidos aquellos que ya existían cuando ésta accedió a la posesión del palacio, con la intención de tomar como rehén el edificio, al amparo de la inacción de las Administraciones con competencias en materia de patrimonio histórico, pues dicha sociedad es perfectamente consciente de la situación perversa ante la que se encuentra la fundación propietaria al no poder intervenir, por tener la posesión la sociedad arrendataria, y sin embargo ser, ante las inoperantes Administraciones culturales, la responsable de su conservación. Con el fin de ayudar a la Consejería de Cultura a actuar, solicitamos informe al arquitecto Pedro Fernández Lastra para que certificase el estado del conjunto arquitectónico y propusiese las medidas necesarias y urgentes a adoptar para frenar su deterioro, informe que se registró hace mes y medio, ofreciéndose la fundación a ejecutarlas inmediatamente, sin que ni el informe ni el ofrecimiento hayan provocado reacción alguna.
La fundación no puede seguir expectante contemplando cómo se deteriora el principal monumento del clasicismo en Cantabria, habiéndonos visto por tanto obligados a interponer una demanda para solicitar la adopción de una medida cautelar consistente en la entrega de la posesión del conjunto arquitectónico del Palacio de Hoznayo a la Fundación Medinaceli con el fin de ejecutar inmediatamente las medidas preventivas que el citado informe propone, o sea para que sea la justicia la que haga el trabajo que a esta alturas ya debería haber hecho Cultura.
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