Intransigencias con forma de arco

Posteriormente, las declaraciones del concejal Javier Ceruti, pretenden acallar de un plumazo las peticiones de los vecinos con razones poco fundadas, con el único fin de evitar entrar a la cuestión que se solicita, y con la predispuesta voluntad de que nada entorpezca ni retrase las gestiones realizadas por el Ayuntamiento para otorgar la licencia de obras.

En sus declaraciones, y las del concejal César Díaz, confirman que se ha estado trabajando en la sombra durante casi dos años en el proyecto del Nuevo Museo, en colaboración con el estudio del arquitecto Chipperfield, y que ya no es tiempo para admitir sugerencias que pudieran retrasar los trámites. Entonces, cabría preguntar a ambos: ¿Cuándo es el momento adecuado?, ¿ni siquiera el tiempo de las alegaciones es un buen momento para recibir sugerencias? En cualquier caso, resulta vergonzoso que se haya estado trabajando «en secreto» durante casi dos años, conscientes de que se incumplen las normas del Conjunto Histórico Artístico, el Plan General y de las quejas que inevitablemente suscitaría entre la ciudadanía, y cuando lo sacan a la luz pretenden que ya esté todo pactado y bien atado, sin estar dispuestos a rectificar en absoluto.

Desde el momento en que se dio a conocer el proyecto, la sorpresa fue mayúscula por el cierre del arco de la antigua calle del Martillo. Tan aberrante intención ha estado bien parapetada con el prestigio de Mr. Chipperfield, que presentan como el «cirujano de los museos», y por la total aquiescencia de algunos técnicos y políticos para que nadie pudiera atreverse a poner pegas a tamaño descalabro. Tras la perplejidad inicial, fue tomando forma la cuestión más evidente: ¿Es imprescindible? ¿Se puede evitar? Desde entonces hemos solicitado de palabra y a través de los medios de comunicación, que los arquitectos estudien una solución alternativa sin tener que ocupar el espacio de la calle. Nunca se dio respuesta a esta solicitud.

Cansados de tanta pasividad, las asociaciones de vecinos, por iniciativa propia y de manera altruista, encomendamos el estudio de una alternativa que demostrara que es posible hacer ciertas modificaciones al proyecto para mantener libre el interior del arco. El estudio demostró no solo que era posible, sino que incluso mejoraban las circulaciones y la capacidad expositiva del museo, con soluciones que perfectamente se podrían incorporar al proyecto del arquitecto británico.

Dichas propuestas fueron transmitidas a los responsables de Banco Santander, al Ayuntamiento y a todos los partidos políticos. Meses después, la Junta de Gobierno Local ignora todas nuestras alegaciones con disculpas incomprensibles, pues siempre existirán razones para echar por tierra las sugerencias cuando no existe voluntad alguna de cambiar nada.

Da a entender el señor Ceruti que, por el hecho de que todas las asociaciones solicitamos un mismo objetivo, despreciada una alegación, despreciadas todas, sin pararse a entender el consenso unánime de nuestra reivindicación. Todas coinciden en su oposición a que sea ocupado el espacio interior del arco, que pertenece a la calle y debe de ser respetado en su integridad, sin olvidar que se pretende añadir una planta más sobre el arco, que se destruyen las fachadas y el techo del interior del arco, o que se rasgan hasta el suelo las ventanas de toda la planta baja, etc.

La Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, debería de velar por el cumplimiento de las normas del Conjunto Histórico-Artístico y de las legislaciones vigentes, por lo que desde su inicio el proyecto se debería haber orientado en este sentido, y no llevar trabajando a escondidas dos años, dando por hecho que lo iban cambiar posteriormente.

Parece ser que algunos políticos no quieren entender que no se han de imponer decisiones sin contar con los vecinos y ciudadanos a quienes afecta, y que no pueden disponer de la calle a su gusto y antojo. Este proceder irresponsable e irrespetuoso ha tenido consecuencias en recientes y polémicos episodios como la retirada del MetroTUS, la paralización de los espigones de la playa de La Magdalena, la pretendida cubrición de la estación de ferrocarril, la retirada de la Senda Costera en el norte del municipio, o las pretendidas licencias de nuevas salas de juego.

La ocupación de la calle por el nuevo museo es un atropello perfectamente evitable. La corporación municipal, con la señora alcaldesa en cabeza, debería velar por hacer cumplir las normas por y para todos, y no cambiarlas para la ocasión de manera arbitraria, aún a costa de los derechos de vecinos y ciudadanos de Santander que pedimos que, por favor, no se lleve por delante el espacio del arco y se cierre visualmente la calle. Las asociaciones de vecinos y ciudadanos de Santander solo pedimos que: Museo sí, pero que se respete la calle también».