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Tras las optimistas declaraciones de las autoridades, sobre que el nuevo puente de Villanueva de la Peña «no corre peligro», se mantiene el disparate de una inversión despilfarradora, de modificaciones presupuestarias al alza, de rectificaciones del proyecto original, del derribo del puente viejo, o ... de los riesgos que entrañan las crecidas del Saja como finalmente ha ocurrido. Y es que la falta de prevención de inundaciones en la cuenca del Saja -extrapolable a la mayoría de las cuencas fluviales de Cantabria- se ha vuelto a manifestar con unos vicios de intervención que podemos resumir en este decálogo de 'aciertos' históricos, presentes y ¿futuros?:
1. Ausencia de una visión integral y articulada de la cuenca por donde discurren los ríos desde su cabecera, y la presión que ejercen arroyos y afluentes en todo el recorrido.
2. La influencia de las fuertes pendientes en la velocidad y el potencial erosivo que adquieren los ríos aguas abajo con sus tonos de marrón intenso.
3. La impermeabilización del suelo y la intensificación de las escorrentías superficiales por la deforestación de la vegetación natural y las plantaciones masivas de pinos y eucaliptos.
4. Las explotaciones forestales basadas en las talas a matarrasa y la apertura de pistas de acceso sin el control sobre la sostenibilidad de sus diseños y drenajes.
5. La disminución de la densidad y continuidad de las formaciones de ribera y los bosques de galería como colchones amortiguadores de los rebosamientos de los cauces.
6. La carencia de reforestación autóctona en laderas y márgenes para frenar deslizamientos, retener la circulación superficial, favorecer la infiltración de las aguas, y garantizar al espesor de los suelos.
7. La supresión de los meandros y la ocupación de los cauces fósiles cuya existencia diluía la presión sobre márgenes, llanuras de inundación y mieses, vegas y núcleos.
8. La falta de mantenimiento de infraestructuras más baratas, flexibles y eficaces, como gaviones y bolsas, presas de labio -Santa Lucía o Portajén- y canales molineros o hidroeléctricos para aliviar el cauce principal y mitigar la fuerza de las aguas como resultado de escolleras y encauzamientos salvajes sin la amortiguación de cauces fósiles, llanuras de inundación y zonas húmedas adyacentes, desaparecidas al margen de la ley de aguas y la protección de los ecosistemas fluviales...
9. Demolición del puente viejo entre Virgen y Villanueva -en perfecto estado y sin accidentes significativos-, en vez de ampliar el tablero principal y los estribos para suavizar las curvas con vuelos laterales y reforzar la seguridad de los usuarios.
10. Los errores de ordenación territorial y planeamiento urbanístico en suelo rústico, mieses, o perímetros de áreas residenciales en perjuicio de vecinos, paseantes, ganaderos..., por el tráfico de vehículos en las travesías de Villanueva, Mazcuerras y Cos y en las intersecciones de Virgen, Riocorvo, Herrera de Ibio, Cohiño, Santa Lucía...; y tras 35 años de la ley de aguas sin transferirse la gestión sobre los ríos y los programas Linde -Dominio Público Hidráulico- y Pritcra -Rehabilitación de Cauces y Riberas-, con la dispersión de competencias, las disputas entre consejerías y ayuntamientos, y el retraso de la restauración hidrológico-forestal para proteger la biodiversidad y prevenir las inundaciones.
A todo esto hay que añadir la falta de rigor en las evaluaciones de impacto ambiental sobre zonas inundables y vegas sin setos y rodales boscosos para drenar y retener aguas, con calendarios que eviten meses con fuertes lluvias, como ha ocurrido en Villanueva de la Peña, para acometer obras; falta de rigor que incumple las leyes y desafía los procedimientos administrativos de seguimiento y control, eximiendo a las instituciones y empresas de incluir drenajes urbanos y rurales sostenibles.
Así como una mayor coordinación entre las administraciones públicas, la gestión de recursos hídricos con un ente mixto del gobierno y los ayuntamientos para la rentabilidad social y ambiental, y la adjudicación de obras y proyectos sin bajas temerarias..., para una visión interdisciplinar de las cuencas hidrográficas, respetando sus características ecológicas y su valores recreativos y paisajísticos.
Son un conjunto de carencias en el diseño y ejecución de obras hidráulicas que podrían corregirse si se introdujesen en las universidades asignaturas y criterios de análisis ecológicos en sus prácticas o aplicaciones profesionales con énfasis en la prevención, la minimización de impactos o el ahorro en inversiones para acabar con los estragos y costes añadidos que han supuesto la capacidad inversora de las administraciones públicas y los progresos en maquinaria y artefactos en los movimientos de tierras, así como la modificación de las condiciones naturales de los espacios afectados.
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