La isla rebelde
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La política de 'una sola China' es uno de los pilares clave para entender la estrategia pasada, presente y futura de PekínImaginemos por un momento que, a principios del año 1939 (un par de meses antes del fin de la guerra civil española), representantes del Gobierno de Manuel Azaña, soldados y élites empresariales e intelectuales, hubiesen sido evacuados en masa a Palma de Mallorca, ... instalando allí un gobierno militar provisional, proclamando en la isla balear la capital de la 2ª República Española e independizándose temporalmente de la península -mayormente en manos franquistas-, pero reclamando legítimo gobierno sobre todo el territorio español. Pues bien, salvando todas las diferencias (infinitas) posibles, eso es -más o menos- lo que sucedió el 7 de diciembre de 1949 en China: tras 23 años de confrontación entre los comunistas liderados por Mao y los nacionalistas liderados por Chang Kia-Shek, el gobierno presidido por este último desde 1928, junto con aproximadamente dos millones de simpatizantes contrarios al comunismo, desembarcó en una isla semitropical y relativamente pequeña a sólo 130 kms de la costa de la provincia china de Fujian: Taiwan.
Desde entonces, los vencedores de la guerra -la República Popular de China- no ha reconocido nunca la legitimidad del gobierno taiwanés y nunca ha renunciado a su intención expresa de reintegrar a Taiwan en su territorio. A este axioma primordial del gobierno comunista se le conoce como 'the One China Policy' (la política de una sola China) y es uno de los pilares clave para entender la estrategia pasada, presente y futura de Pekín, que nunca ha considerado a Taiwán más que una simple provincia rebelde, reservándose el uso militar de la fuerza para lograr su reunificación inevitable. Por su parte, las autoridades de Taiwan llevan 70 años jugando una complicada partida llena de paradojas: su gobierno sólo es reconocido como estado por 15 países (de los 193 que componen la ONU), pero en su territorio tienen delegación Cámaras de Comercio de todo el mundo; no forma parte de las Naciones Unidas, pero sí participa de forma autónoma en las Olimpiadas.
¿Cómo se explica esta anomalía histórica? La existencia de la república taiwanesa no podría comprenderse sin el apoyo y la intervención de su aliado y benefactor, los EE UU que, gracias a la posición geoestratégica de Taiwan, dispone en la isla de acceso militar inmediato a la R. P. China. Durante décadas, la comunidad internacional tuvo que dilucidar qué China era la genuina. Pese a acercamientos intermitentes, el clima de confrontación entre Taipei y Pekín nunca se ha relajado del todo, pues ninguna de las partes reconoce la legitimidad del gobierno de su adversario ni renuncia a sus ambiciones territoriales. Desde entonces, con el apoyo solapado (o decidido) de EE UU, Taiwan se ha esforzado por visibilizar y fortalecer su reconocimiento diplomático como actor internacional, a través de iniciativas caritativas y de inversión de lo más variopinto. La llamada de teléfono que realizó Trump, tras ser investido presidente, a la presidenta taiwanesa y la asistencia de esta a la investidura de Biden, sirven precisamente para enojar a la R. P. China, por un lado, y, también, para renovar el apoyo con que Taiwan cuenta al otro lado del Pacífico. Sin embargo, el creciente poder político global y la colosal influencia económica de su vecino, están condenando a Taiwán, cada vez más, al ostracismo internacional.
El estrecho que separa la isla de Taiwan de la costa continental de China es uno de los puntos más militarizados del planeta, con miles de misiles -apuntándose unos a otros, de costa a costa- listos para ser lanzados en cualquier momento. Aunque la relación está muy lejos de ser interpares: una intervención militar china en Taiwán tendría un enorme impacto en ambas economías. Desde los años 80, más de 100.000 empresas taiwanesas (Foxconn, el fabricante de productos Apple, entre ellas) se han relocalizado en China continental y Taiwan es el cuarto mayor inversor en el país.
Taiwan es un lugar amable, de gente simpática, educada, trabajadora y amante de la comida. Formosa, la llamaron los colonizadores portugueses que allí llegaron en 1544: la isla hermosa. Hace años era algo más fácil distinguir a un chino taiwanés de uno continental, pues existía un decalaje claro entre el desarrollo de ambos y Taiwan miraba a la R. P. China, por encima del hombro. Lo cierto es que unos y otros son genéticamente idénticos y todos sus antepasados y sus raíces están repartidas por la geografía china continental. Sin embargo, Taiwan representa para muchos el ejemplo constatado de que, pese a compartir una misma herencia cultural con China e idéntico patrimonio confuciano y taoísta, los taiwaneses han logrado construir y mantener una joven democracia que combina el imperio de la ley con el autoritarismo de características chinas. Hay quienes quieren ver, en Taiwan, un modelo para muchos otros países asiáticos y un ejemplo inspirador para la propia China. Para Pekín, en cambio, es absolutamente imperativo restaurar a Taiwan dentro de la R. P. China.
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