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Dictador por derecho democrático

Domingo, 4 de febrero 2024, 07:28

Acaba de echar el telón Fitur, esa feria del turismo en la que cada vez resulta más complicado sacar los codos para vender los encantos de cualquier rincón del planeta. Claro que mostrar las virtudes de un destino reconvertido en narcoestado resulta del todo punto ... conmovedor. Les cuento esto porque, precisamente a causa de su tumultuosa actualidad, Ecuador ha sido el país invitado en la pasada edición de la feria. Hace tres años era una de las naciones más pacíficas de América Latina. En ese tiempo la violencia se ha multiplicado hasta alcanzar los 40 homicidios por cada 100.000 habitantes. Su enclave, entre Perú y Colombia, provoca que gran parte del tráfico de drogas mundial atraviese los puertos ecuatorianos. En los últimos tiempos, bandas y cárteles se despellejan por conseguir las rutas más lucrativas. El clima de terror se ha instalado hasta el punto de corromper de arriba a abajo la Administración, las fuerzas de seguridad y, también, la Justicia. Cuenta Bella, en un reportaje emitido recientemente por ARTE TV, que salir de la cárcel tiene un precio: dos mil dólares si eres inocente. Cinco mil si has cometido un crimen. Pagas y te vas. La impunidad a precio de saldo.Aquí en España las cosas parecen distintas, al menos a primera vista. Por más que en esta desguazada legislatura se haya fijado en un importe desorbitado el voto de siete diputados en el Congreso. Siete escaños que están descompensando ese equilibrio territorial con el que a los cántabros nos iba tan bien, pero que lleva tiempo ensanchándose. Aún traquetean delante de nuestras narices aquellos lustrosos trenes de cercanías que el Ministerio nos levantó para llevárselos a Cataluña –los que no cabían por los túneles no se los pudieron llevar–. En Ecuador la salvación tiene un precio. Aquí, quitar de en medio un delito –incluso el de terrorismo– retorciendo el Código Penal vale cualquier cosa con tal de prolongar la legislatura. Intuyo que muchos votantes de Pedro Sánchez en nuestra comunidad no estén satisfechos con tamaña traición. Aunque aceptar el chantaje pueda ser consustancial a un narcoestado, jamás podrá serlo en una democracia. A no ser que quien gobierne se vea con hechuras de dictador por derecho democrático, claro.

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