La gran alianza

Son conscientes ambas formaciones de la obligación de hacer de la necesidad virtud. Saben que la parte contraria posee aquello que cada uno necesita, así que a nadie puede extrañarle que la primera frase del portavoz popular en el Parlamento para escenificar esta última negociación sobre las cuentas de Cantabria fuera: «El PRC se ha ganado el derecho a ser socio preferente del Gobierno». No hay mejor resumen para una radiografía política que beneficiará a ambos con la vista puesta en los comicios de 2027. Los populares gozan del poder que el PRC precisa para pasar página en paz a la larga y fructífera etapa protagonizada por Miguel Ángel Revilla; los regionalistas poseen los escaños necesarios para apuntalar a un gobierno en minoría y, de paso, reforzar la posición de María José Sáenz de Buruaga. Sabe Revilla que la transición a su marcha dentro de su partido solo podrá producirse con sosiego sobre la moqueta de Peña Herbosa. Sabe Buruaga que el fenómeno de una mayoría absoluta es casi irrepetible y que su posición interna se sustenta en la victoria electoral. Beneficio mutuo. Quid pro quo. Claro que tener el camino completamente despejado se lo pone mucho más sencillo a ambos. Las luchas intestinas devoran a PSOE y Vox en el oscuro recodo de la oposición bajo combates que nunca se producirían al calor de las responsabilidades de gobierno. Estabilidad o interés. Consistencia o rédito. Tenemos «gran alianza», como diría Churchill, para rato.