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Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por aquella enésima tarde de lluvia en la que la mejor atleta española de la historia, aburrida ante la parsimoniosa contemplación tras los cristales, decidió que el anuncio de su retiro había sido una decisión precipitada. Es lo que tienen ... las épocas de intensos chubascos: todo lo barren y ayudan a clarificar el pensamiento. Fue así como Ruth Beitia se dio una propina de cinco años en el salto de altura que le valió una medalla olímpica. Ha conjugado como nadie la política y los listones, un binomio recurrente para dirigentes de todo signo, aunque sólo ella los haya saltado de verdad.
El recurso del listón se ha convertido en un fijo del argumentario de quienes nos gobiernan cuando vienen mal dadas, una suerte de ritual para eximirse de los errores en los mecanismos de control en el momento en que algún 'koldo' u osado jefe de servicio sin escrúpulos entra en escena. Todos fijan 'altísimo' ante la corrupción ese imaginario listón cuando, en realidad, la única motivación es poner un cortafuegos que no afee la reputación del partido, lo único importante cuando se gobierna a golpe de portada y telediario. Recuperar el dinero público o depurar por qué fallaron esos mecanismos de control nunca es relevante. El ritmo de la opinión pública y la presunción de inocencia jamás terminaron de empastar, así que, dando igual de quién sea, lo esencial es que alguna cabeza termine rodando por el suelo.
Claro que todavía me pregunto cómo un guardaespaldas sin formación académica que cortaba troncos y ejercía de chófer acabó siendo Consejero de Renfe y vocal del consejo rector de Puertos del Estado. Se ve que el listón para acceder a ambos organismos estaba a ras de suelo. «Necesitaba a alguien de confianza», se defiende el exministro, de quien todavía no sabemos por qué exactamente se ganó el mencionado prefijo de ex. Y para darle familiaridad a la trama, un intermediario cántabro que ha dejado atrás todos los registros de salto de altura brincando sin despeinarse de la sede del PP a los cenáculos del PSOE. Eso sí que es capacidad de liderazgo. ¿Ven cómo las tardes de lluvia no tienen por qué ser aburridas?
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