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Algunas palabras, no muchas, tienen la virtud de transmitir decenas de valores en pocas letras. Cuando me preguntan qué cualidades despiertan mayor admiración en un gobernante, siempre respondo lo mismo: la audacia. Para empezar, implica inteligencia, lo que nos ahorraría muchos quebraderos de cabeza. Ser ... audaz requiere valentía en medio de la incertidumbre para tomar decisiones que nos lleven lejos y exige una fuerte personalidad para remar contracorriente ante el ruido inmediato. Todo ello, con el convencimiento de que esa altura de miras nos conducirá a un escenario mejor.
Francamente, he echado de menos grandes dosis de audacia en el debate que Gobierno central y Comunidades han mantenido para aprobar el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo. Que fumar mata no admite ningún género de discusión. Que quien fuma puede molestar a la persona que se encuentre a su lado en un espacio colectivo –véase terraza, marquesina o similar–, tampoco. Ahora bien, si el reglamento finalmente aprobado permite que se pueda fumar en dichos lugares, quien esté al lado que aguante la mecha, nunca mejor dicho.
A comienzos de 2011 en este país se prohibió fumar en todos los espacios públicos cerrados, incluyendo aviones, autobuses y locales de hostelería. Se abrió un profundo debate ante tamaña imposición, con el grito puesto en el cielo por parte de los de siempre. Nadie discute hoy la bondad de aquella medida, como tampoco nadie discutiría dentro de diez años que ahora se prohibiera fumar en las terrazas. Ya sabemos que los camareros no son policías, ¿acaso tuvieron que serlo entonces? Bastó con aprobar una ley con un posterior mínimo control para que la sociedad asumiese con naturalidad que fumar en el interior de un local no cabía en cabeza humana. De la misma manera que muchos médicos dejaron de pasar consulta hace cuarenta años con el pitillo en la boca o hubo profesores que llegaron a la conclusión de que fumar dentro de un aula universitaria era inadmisible, más pronto que tarde se prohibirá fumar en la mesa de al lado mientras nos comemos unas rabas. La diferencia es que ahora se ha echado en falta la audacia que sí existió en 2011 para tomar la decisión correcta. Mientras tanto, ya saben, respiren. 'Su tabaco, gracias'.
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