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Un escenario en el que se adivinan estructuras plásticas y una música espacial son los prolegómenos de una obra que quiere hablar de agendas ocultas en momentos trascendentes muy cercanos en el tiempo: 2020. 'Robots' una tragicomedia que pretende rememorar con mucho sarcasmo lo ocurrido ... en una pandemia universal. Estrenada el pasado miércoles en Santander -estreno 'absoluto'-, sus noventa minutos de duración fueron un torbellino de escenas, teléfonos móviles echando humo y artistas en continuo movimiento conocedores de lo que un japonés llamado Tadashi Suzuki propone desde su montañoso laboratorio: agitarse de los pies a la cabeza. Agitados estaban cuatro actores, cuatro actrices, textos y escenografía.
'Robots', título simplificador, transcurre en Madrid, noches y días de fines de marzo de 2020. Una ubicación espaciotemporal que hay que adivinar en un vídeo de escena complicada –el macguffin– son los robots chino-estadounidenses que sirven como disculpa para hablar del poder, estafas y corrupciones, de bajos y altos fondos, de políticos, banqueros, periodistas, publicitarios y otros personajes que les rodean. Los poderes ni son tan ocultos, ni son tan cultos; los textos de Fernando Ramírez Baena los retratan.
La obra da vida a personajes trepadores, como el asesor ministerial que interpreta con convicción Juanjo Artero, o activistas como la científica en que se desdobla Ana Turpin. El resto del elenco arropa activamente el relato en el que hacen ficticios cameos Alejandra Prieto (como Carmen Dávila, presidenta del Banco del Futuro, parecido razonable con otro banco y banquera) o Arancha Sanchís como la reina de las mañanas televisivas (remedo de Ana Rosa Quintana).
'Basada en hechos reales' es el reclamo para que los espectadores recuerden meses de angustia y estupor exhibidos ahora como un thriller lleno de intrigas y misterios. También con improvisaciones de actualidad: 'España cuida de sus playas…' y las anchoas 'de Santoña'. Teatro que se acerca al cine -Gabriel Olivares a la dirección- que con un brillante humor cáustico hace avanzar unos imaginarios hechos. Obra llena de ironías mordaces que se ven con agrado. ¿Una crítica al poder? En una frase de la banquera se ve que no: 'A veces pasan cosas, a veces hago que no pasen'. 2020, año en que pasaron cosas, no hubo robots mágicos y sí muchas mascarillas, casi ausentes ahora.
Aunque la verdad esté sobrevalorada, rememoración con oportunas sonrisas.
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