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La vida tiene inclinaciones a las que nos vemos abocados y que nos proporcionan satisfacción de vivir. Una de ellas es el sentimiento de compañía y comunicación sin el cual realmente nos sería insoportable la vida. Ello está en la necesidad de dar a conocer ... nuestros pensamientos, de proporcionarnos oportunidades de ser entendidos y valorados o de desarrollar nuestros sentimientos y colmar nuestras necesidades vitales. Es por ello que emprendedores y empresas consolidadas han encontrado oportunidades de negocio ingentes basadas en las nuevas tecnologías, desarrolladas en todos los ámbitos y en especial el de la comunicación.
El desarrollo de la telefonía móvil y los ordenadores con el acceso a internet han supuesto un inaudito impulso a las comunicaciones, tanto en la faceta de la captación y ejecución de mensajes como en las aplicaciones que conllevan incluirse en páginas web de redes sociales. Éstas son realmente poderosas en la inclusión como personas de convivencia en unas determinadas familias que permiten la comunicación instantánea, o la divulgación personal de actividades determinadas en forma de comentarios o de fotografías. Incluirnos en estas actividades de manera casi gratuita es una opción muy apetitosa, por lo que el mercantilismo ha entrado poderosamente facilitándonos las herramientas necesarias para estar cómodamente instalados en estas corrientes de información que nos trasportan por el mundo a velocidades de vértigo incluyéndonos en las riadas ingentes de comunicación instantánea y en las oportunidades de participación y divulgación de cuanto queramos dar a conocer al resto del mundo.
Evidentemente incluirnos en este tráfico mundial es de por sí increíblemente apetitoso por más que tales pertenencias no surtan el efecto deseado en la participación personal y conocimiento de nuevas perspectivas de relación personal. Y no seamos ingenuos sobre la gratuidad de tales prestaciones. Observemos que la posesión de un terminal que nos permita incluirnos en tales trasiegos de comunicación y opción de relaciones interpersonales tiene unos costes enormes. Un terminal electrónico bien puede costar 350 o más euros como mínimo, con una durabilidad de dos años como máximo, además del coste de suscripción a Internet variable en función de las prestaciones de cada compañía que no es inferior a 50 euros mensuales.
El aliento de que con tal inversión nos hacemos visibles al mundo y acariciamos enormes posibilidades de relaciones interpersonales no es más que un fatuo reflejo de la realidad. Pocos son los elegidos y muchos los marginados instalados en una espera que nos coloca en la lanzadera de la comunicación y nos aboca a un estrepitoso fracaso por más que no se pierda la esperanza de telerrealidad. Y la zafiedad de los cuantiosos mensajes que recibimos en las redes sociales del tipo, «Jacinta ha publicado una foto nueva», que son molestos por su vana abundancia e incriminatorios en la intrusión en la privacidad de cada uno por lo que el numeroso público al que afectan empieza a manifestarse ya en el sentido de catalogarlas como una actividad avergonzante en la bandeja de ofertas promocionales de tan insípidas y agresivas plataformas.
Sugerimos que dos vertientes se puedan utilizar para derogar semejantes aplicaciones avasalladoras. De una parte la formación en las escuelas hacia mentes que proclamen que el trabajo nunca decepciona y que su aplicación en todos los órdenes de la vida es tan rico como insustituible, encaminado al logro de todas las metas que por iniciativa personal y encauzada –léase la enseñanza colegiada– podemos y debemos frecuentar y aplicar. La otra parte es que nada es gratuito, por lo que debemos huir de las actividades que propaguen ideas apetitosas por su presunto valor sin coste, fijémonos en las imágenes de nuestros familiares protectores, siempre trabajando gratis para nosotros. Generalmente todos ellos se han incluido en el colectivo de haz el bien y no mires a quién. Así pues enfocar la vida hacia el trabajo parece que tiene enormes beneficios tanto por sus resultados como por la satisfacción de haberlo realizado con generosidad.
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