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La semana pasada, Álvaro Pombo manifestó su satisfacción por presentar su última novela en el Ateneo que fundase en 1914 Gabriel Mª de Pombo Ibarra, en un emotivo guiño a su antepasado. Ciertamente, la labor del Ateneo en la actualidad resulta impagable, ofreciendo a la ... ciudad un espacio cultural ajeno a cualquier interés partidista o comercial. Sin embargo, todo eso es posible gracias a muchas personas de las que nunca nos acordamos, como si se las hubiera borrado de la historia. Las paredes que hoy en día acogen al Ateneo de Santander las levantaron miles de santanderinos anónimos y humildes que, entre 1925 y 1937, donaron el dinero que no tenían y luego lo edificaron con sus propias manos, trabajando como albañiles improvisados en su tiempo libre.Aquellos revolucionarios querían cambiar el mundo, pero no con pistolas sino con otra arma mucho más peligrosa: la socialización de la cultura. Así que lo llamaron 'Ateneo Popular', se definieron apolíticos y aconfesionales y se dedicaron a enseñar a los más desfavorecidos taquigrafía, mecanografía, dibujo, caligrafía, cálculo mercantil, contabilidad, solfeo o esperanto. Además de convertirse en un foro cultural que aglutinaba a los intelectuales de la época, encabezados por otro gran olvidado, el doctor Madrazo. Todo aquello acabó como acabó, claro: a sangre y fuego en 1937. Ya tiene poco remedio, pero tampoco estaría de más que de alguna manera se recordase y se agradeciera todo aquel esfuerzo de aquellos que pusieron su tiempo y sus ilusiones en legarnos esa magnífica construcción. Por ejemplo, con una placa que rezase: «A los ciudadanos anónimos de Santander que en los años treinta construyeron con sus manos este edificio».

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eldiariomontanes El Ateneo del pueblo