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Acaba de denunciar la actriz Karla Sofía Gascón que le quieren aplicar la 'cultura de la cancelación'. Y puede que no le falte razón, inmersa como está en un linchamiento público que tal vez sea el primero de la Segunda Era Trump, y desde luego ... viene a delimitar bien a las claras la deriva intolerante que está empezando a tomar occidente.
Sin embargo, lo de aludir a la cancelación es echar la culpa a las escopetas, y no a los tiradores. Querrán silenciarla, claro, pero lo chocante y novedoso es que quieran hacerlo 'cancelándola', un predicado que hasta ahora solo se aplicaba en dirección contraria. En concreto, de izquierda a derecha, si es que todavía se puede definir algo en esos términos. Pero claro, lo de 'cancelar' es un mecanismo, una forma de hacer; no importa cuánto lo hayan usado desde una postura ideológica, porque también se puede volver contra ti.
«He cambiado de opinión, como tantas veces en la vida», le dijo Íñigo Errejón al juez cuando le preguntó por qué no valía para su caso la presunción de culpabilidad en casos de agresión sexual, la misma que hace nada defendía desde su partido. Como también determinados políticos de nuestro país dejaron de considerar democracia popular a los escraches, justo al comprobar que no es lo mismo hacerlos tú a que te los hagan a ti.
Quizás tenga algo que ver con todo esto que hace un par de décadas que el diálogo, el respeto y la convivencia han dejado de interesarle a nadie, y ahora en lugar de convencer y consensuar se exigen derechos. Y al que no esté de acuerdo, que se atenga a las consecuencias. Si este es el camino, el futuro desde luego no va a ser mejor.
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Ana del Castillo
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