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Dice en su último libro el cuentista Gonzalo Calcedo que sus personajes «solo querían ser felices, jodidamente felices», porque la felicidad está muy mal repartida en el mundo. El problema, claro, es cómo conseguirlo, un asunto que algunos países ya deben de tener resuelto, como ... en Estados Unidos, donde lo han convertido en derecho constitucional, y asunto resuelto. Claro que si uno se pone a pensar que también la vivienda o el trabajo suelen estar protegidos por las cartas magnas, poca garantía parece, ¿no?

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