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Hasta esta semana, no sé si habría pensado una vez o ninguna en los vientres de alquiler. Un tema para los telefilmes de sábado por la tarde, y poco más. Pero después de que la celebérrima y chupiguay Ana Obregón haya traído a la realidad ... una de las escenas más estrambóticas de 'El cuento de la criada', todos nos hacemos lenguas sobre lo mismo. Vamos, que no se veía nada igual desde el Shakirazo, lo menos.
De primeras, uno puede pensar que, en su situación, también lo haría. ¿Por qué no? Si tienes pasta y ganas…
Sin embargo, a mí enseguida me dio por recordar ese episodio vergonzante que destapó Ildefonso Falcones en su última novela: las granjas de mujeres que tenían los industriales azucareros en la Cuba del XIX, para que parieran esclavos. Dos siglos después, ha llegado el futuro, pero el feo. El chungo. El del planeta envenenado y los hombres que son lobos para el hombre.
Y es que nos quedamos solo con la imagen feliz de 'Anita', la cara A de la historia, pero ¿qué pasa con la otra parte? A ver si con eso de llamarlo «gestación subrogada», y que haya transacción comercial de por medio, se convierte en un oficio digno y no en una cosificación aberrante. Habrá quien se preste por filantropía, amistad o motivos familiares, pero a los que reclaman la legalización se les olvida en qué mundo vivimos. En concreto, en uno donde todo son trampas, incluso en lo que de verdad nos preocupa, que no es la política o la economía sino el fútbol y el famoseo. ¿Cuánto van a tardar en surgir mafias que trafiquen con jóvenes gestantes? Y esta vez no va a ser una serie de televisión, no.
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