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Me cuenta Denis que en el Leningrado de su infancia, cuando aparecía un forastero lo primero que le preguntaban era si tenía hambre. Y compartían lo que tuvieran, que en aquella época solía ser más bien poco.

Como casi cada sábado en los últimos diez ... años, subimos juntos las escaleronas de Mataleñas, que parecen multiplicarse después de dos horas de fútbol playero, mientras me va contando su llegada a España hace tres décadas, que su hija le ha salido buena estudiante o cómo recorre Europa con su camión.

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