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Al cómico Raúl Cimas se le ocurrió el jueves hacer un chiste llamando mustios a los santanderinos, y se han incendiado las redes. Nada raro, claro; primero, porque las redes se incendian más a menudo que el Santander de antes de 1941, y segundo porque ... lo dijo donde lo dijo: en el nuevo programa de máxima audiencia de la tele, el de Broncano.
O sea, el mismo, más o menos, donde llevan años haciendo chistes sobre todas las regiones del país, así que ya tendrían bien calibrado el 'ofendidómetro', porque en televisión hasta la improvisación está guionizada. Y nada mejor que una buena polémica para que suba la audiencia. Pero ¿por qué elegir a la gente Santander como diana? ¿Será que son más susceptibles? ¿Será que el resto del mundo los ve así de estirados?
A ver, yo llevo aquí ya veinte años infiltrado, espiando a los santanderinos, y puedo asegurarles que no son tan siesos. Por ejemplo, no hay cosa que divierta más a un STV que los chistes sobre STV.
Lo que pasa es que el sentido del humor de aquí hay que entenderlo. Como en todos los sitios, tiene sus códigos. Por ejemplo, todo depende de si tienes o no tienes la contraseña (nueve-cuatro-dos). Porque no es lo mismo que un veraneante o un 'paracaidista' vacilen sobre la atención de los dependientes y camareros locales, a que lo haga en un tiktok Teresa Gareche. Que esa sí que mola a los santanderinos, aunque diga cosas mucho más crueles que Cimas. Pero tampoco seamos fariseos: seguramente la mayoría de los indignados con la 'faltada' de Cimas serán los primeros en pagar cuarenta pavos para que Juan Dávila se ría de sus defectos cuando venga al Palacio de Festivales. Y todavía más: apostaría a que Cimas… también llena.
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