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Queridos descuideros, amigos de lo ajeno, matachanes, matarifes, pícaros, sicarios, manguis y criminales en general: tenéis los días contados. Donde no conseguían llegar ni la pericia judicial ni los ojos vendados de la justicia, resulta que ahora llegan las cámaras más viajeras. Que resulta que ... no son las de 'Españoles por el mundo', sino las de los coches de Google Street View. Nueve objetivos capaces que no solo digitalizan el instante, sino que ahora incluso cazan a los delincuentes cuando menos se lo esperan.
Que se lo digan si no al 'Lobo', presunto homicida al que las nuevas tecnologías le han venido mal, pero rematadamente mal. Vamos, que es que ni en las peores pesadillas de George Orwell se podría nadie imaginar que iban a pasar las cámaras del Google Maps por un pueblo remoto de Soria –¡56 habitantes, oiga!– justo, justo, cuando el tipo estaba metiendo en el maletero un bulto que no era precisamente un saco de patatas. ¿Mala suerte?
Me cuenta todo esto mi amigo Rober Gómez, con gesto agridulce. Como buen novelista, siempre está a la caza de argumentos, y la realidad suele ser el mejor caladero: «Imagínate, convencido de haber planeado el crimen perfecto, y entonces aparece la cámara y te manda al traste todo el plan», decía. Vamos, que ahora la informática no solo se lo pone más difícil a los delincuentes; también los escritores tendrán que aguzar el ingenio. Porque cuentas algo así en una historia de ficción, en una novela o una serie de Netflix y no se va a creer nadie que el coche de Google, que hacía quince años que no aparecía por Tajueco, va a pasar en el momento más oportuno. La vida, me temo, es el mejor guionista.
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