Secciones
Servicios
Destacamos
El cómico Andrés Suárez llenó ayer el auditorio salesiano, pero todo podría haber sido muy distinto si hace un par de años un juez se hubiera tomado en serio la denuncia que le interpuso la fiscalía de Madrid por un presunto tuit 'de odio'. Se ... trataba de un chiste bastante grosero en el que, a juicio de los demandantes, vejaba a las mujeres con síndrome de Down, por el que además de cárcel y multa económica pedían que se le inhabilitase para ejercer como humorista.
Lo malo del humor, que ciertamente puede ser corrosivo y herir a quien lo sufre, es que no podemos dominarlo. Ni siquiera podemos evitar que algo nos haga gracia, por mucho que pueda llegar a molestarnos. Prohibir el humor es como proscribir los arcoiris.
Menos mal que al final se impuso la cordura y no hubo condena, porque el caso parecía sacado de una novela de Kundera, 'La broma', en la que un chiste sobre el comunismo lleva al protagonista al gulag. Aunque lo que de verdad parece de cachondeo es que no pudiera hacer chistes durante once años, por sentencia judicial.
Pero claro, eso de la inhabilitación para el humor también podría extenderse a la vida cotidiana, porque ¿quién no tiene un compañero, un conocido o un pariente político al que se le va la mano con las bromas? Hombre, una inhabilitación igual no, pero lo mismo una moratoria de chistes gruesos, faltones u ofensivos acaba mejorando mucho la convivencia.
El problema, eso sí, iba a ser quién decide qué es y qué no es humor, porque a ver quién se libra de la tentación de acabar siendo juez… y parte.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.