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Lo de la política internacional últimamente nos suena muy lejano, pero si prospera la guerra de aranceles que está desatando Donald Trump no nos va ... a quedar otra que despedirnos de todo lo 'made in USA'.
O sea, que si ahora resulta que allí no quieren el vino español, pase, pero claro, a cambio, aquí vamos a tener que hacer boicot a la Coca-Cola, lo que va a causar un quebranto muy serio a los aficionados al kalimotxo. Porque sí, también se le puede echar sifón, que es más nuestro, pero no va a ser lo mismo.
Eso sí, como se encone la cosa puede ser tremendo, porque a ver cómo sobrevivimos sin películas de Hollywood, sin hamburguesas de McDonalds o sin zapatillas Nike. O sea, que podemos sobrevivir sin béisbol, sin 'cupcakes', sin güisqui de Kentucky, sin los 501 de Levi's (y hasta sin los 511) e incluso –como en nada vendrá Camela– también sin conciertos de Taylor Swift, pero a ver cómo convencemos a los 'Harley boys' para que se pasen a Vespa, o a los fanáticos de la manzana para que cambien su iphone por un Alcatel. Por cosas así cayó el telón de acero, vaya.
A cambio, claro, volverán a florecer negocios muy nuestros, como el estraperlo. Aquello del Winston americano, con su etiqueta azul, que se había caído de un barco.
Eso sí, lo verdaderamente difícil va a ser desengancharnos, ¡ay!, de todas esas aplicaciones que nos parecen tan nuestras, desde el instagram de las 'influencers' al facebook de los abueletes, pasando por el llámalo equis de los jeiters. Porque esas redes sí que son americanas, y algunas más trumpistas que Elon Musk. Pero tranquilos, que de ahí no nos arrancan… ni friéndonos a impuestos.
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